Tortilla con Sal, 11 de enero 2015
Los ataques terroristas de los
últimos días en París han costado la vida a más de una docena de
personas así como a los perpetradores de los hechos. Merecen la más
rotunda repulsa y condena. Pero también merecen una visión menos ingenua
de la realidad concreta de Europa. Algo que no es tan fácil de lograr
desde América Latina.
Los asesinatos en Francia son parte de todo
un patrón de cinismo e hipocresía ya muy bien conocido en la historia
occidental. Es el mismo patrón del sádico racismo que impulsó a Frantz
Fanon escribir : “Dejemos esta Europa que jamás se detiene de hablar de
la humanidad y sin embargo la asesina en cada vuelta de la calle, en
cada rincón del mundo...”
El resultado previsible de los ataques
terroristas en Francia ha sido el de inclinar todo el espectro político
europeo hacia la derecha. Esto facilita la agenda represiva de las
élites corporativas que en efecto son los propietarios de los gobiernos
de los países de la OTAN. A nivel doméstico, promueven la desigualdad
económica para proteger el control de sus élites del corrupto sistema
financiero occidental. En ultramar promueven las más crudas
intervenciones en los asuntos internos de otros países y las más
brutales agresiones militares.
Desde antes de los ataques en
Estados Unidos del 11 de septiembre 2001, la manipulación del tema del
terrorismo ha sido una herramienta clave para forzar a las poblaciones
de Europa Tortilla con Sal, 11 de enero 2015
Los ataques terroristas de los
últimos días en París han costado la vida a más de una docena de
personas así como a los perpetradores de los hechos. Merecen la más
rotunda repulsa y condena. Pero también merecen una visión menos ingenua
de la realidad concreta de Europa. Algo que no es tan fácil de lograr
desde América Latina.
Los asesinatos en Francia son parte de todo
un patrón de cinismo e hipocresía ya muy bien conocido en la historia
occidental. Es el mismo patrón del sádico racismo que impulsó a Frantz
Fanon escribir : “Dejemos esta Europa que jamás se detiene de hablar de
la humanidad y sin embargo la asesina en cada vuelta de la calle, en
cada rincón del mundo...”
El resultado previsible de los ataques
terroristas en Francia ha sido el de inclinar todo el espectro político
europeo hacia la derecha. Esto facilita la agenda represiva de las
élites corporativas que en efecto son los propietarios de los gobiernos
de los países de la OTAN. A nivel doméstico, promueven la desigualdad
económica para proteger el control de sus élites del corrupto sistema
financiero occidental. En ultramar promueven las más crudas
intervenciones en los asuntos internos de otros países y las más
brutales agresiones militares.
Desde antes de los ataques en
Estados Unidos del 11 de septiembre 2001, la manipulación del tema del
terrorismo ha sido una herramienta clave para forzar a las poblaciones
de Europa y Norte América a aceptar estas políticas en contra de sus
propios intereses. Ahora, la "izquierda francesa" hace coro junto a la
ultraderecha del Frente Nacional y la "socialdemocracia" del presidente
François Hollande en torno a la consigna "Todos somos Charlie", en
referencia a Charlie Hebdo, la revista de sátira (en realidad, de
provocación sistemática) en la que trabajaban los dibujantes y
redactores asesinados esta semana pasada.
Mientras que la
secretaria general del Frente Nacional pide que se vuelva a instaurar la
pena de muerte para castigar a los culpables de actos similares, los
"socialistas" y la "izquierda" piden que no se demonice demasiado a los
musulmanes (y, por extensión, a los demás habitantes menos blancos de
Francia). Una cosa los une a todos los "franceses de buena casta" y sus
homólogos europeos y norteamericanos en estos momentos: Es la idea común
de la superioridad occidental por tener "libertad de expresión".
Es
con este argumento de la superioridad moral europea que, como es
sabido, se han llevado adelante incontables genocidios a lo largo de la
historia desde las cruzadas del medioevo hasta las conquistas coloniales
y las guerras de independencia del siglo pasado. Las autoridades
coloniales francesas en Argelia masacraron en mayo 1945 a decenas de
miles de argelinos en respuesta a un levantamiento contra la ocupación
francés del país en Sétif. Pero en 1945 casi nadie en Europa fue Setif.
En
el mismo Paris en 1961, las autoridades franceses masacraron hasta 200
argelinos en el masacre de la estación del metro de Charonne hacia el
final de la guerra de liberación nacional de Argelia. Fue hasta 1998 que
se llevaron a la justicia a unos de los responsables de ese masacre y
que se permitió hablar con más franqueza de lo que durante mucho tiempo
las autoridades franceses negaron a reconocer como una guerra en
Argelia. Ahora mucha gente en Europa quieren que tod@s seamos “Charlie
Hebdo” como si la violencia política en Europa o Norte America fuera una
aberración poco conocida en vez de un fenómeno bastante común.
En
tiempos modernos, quizás es Irlanda la que ha sido el caso más notorio
de violencia política prolongada. ¿Y cuántos europeos eran Derry en 1972
cuando las fuerzas armadas del gobierno británico asesinaron a 14
civiles irlandeses e hirieron a 17? ¿Y quiénes eran Ballymurphy en 1971
cuando fuerzas del gobierno británico asesinaron a 11 civiles irlandeses
e hirió a un número todavía desconocido? En octubre 1993, ¿Quiénes
fueron Greysteel, cuando terroristas asesinaron a ocho allí, hiriendo a
una docena más? ¿O en Omagh 1998 cuando terroristas estallaron una bomba
que asesinó a veintinueve e hirió a más de 200 personas?
La
violencia política no es algo fuera de lo normal en el contexto de la
historia doméstica de los países europeos y norteamericanos. A nivel
global, los occidentales desde hace siglos declararon la guerra contra
los demás pueblos del mundo. Sistemáticamente han usado el genocidio y
la violencia política para, primero lograr, y luego defender, su dominio
global político y económico. Lo que ha cambiado desde el fin de la
Segunda Guerra mundial es el aumento todavía mayor del cinismo, el
sadismo y la hipocresía con la que los poderes occidentales han abusado
el derecho internacional y las instituciones internacionales de la ONU
para lograr sus objetivos.
Ese cinismo y oportunismo político se
ve en diversos acontecimientos a lo largo y ancho de la Unión Europea,
donde una serie de partidos xenófobos y racistas han hecho grandes
progresos en los últimos años, llegando incluso en algunos casos a
amenazar con conquistar el gobierno (caso del Frente Nacional en
Francia) o en otros, con convertirse en el comodín de parlamentos
divididos, condenados a designar perennes gobiernos de minorías (caso de
Suecia). Lo mismo pasa en Dinamarca con el Danske Folkparti de la
extrema derecha que mantiene niveles de apoyo electoral de alrededor de
15% a nivel nacional.
Fue en Dinamarca, en el año 2006, que el
diario de derecha Jyllands Posten publicó una serie de caricaturas que
retrataban al profeta Mahoma de una manera que no solo denigraba al
Islam, sino a toda la gente del Oriente Medio, presentándola como
atrasada y propensa al terrorismo. Esas mismas caricaturas, que
ofendieron a millones de musulmanes en todo el mundo, fueron
reproducidas por el semanario francés víctima del ataque terrorista de
esta semana pasada en París, Charlie Hebdo. La publicación de las
caricaturas se dio en un contexto de persecución en masa contra los
musulmanes, con incendios de mezquitas, malos tratos y un clima de "vale
todo" en contra de estos grupos en Europa.
En Noruega en 2011,
el terrorista Anders Behring Breivik mató a 77 personas e hirió a más de
100 en un ataque contra un campamento de jóvenes socialdemócratas en la
isla de Utøya. El objetivo del ataque era según Breivik el de "matar a
todo el gobierno" de su país por su supuesta permisividad hacia los
musulmanes. En Suecia, el artista-provocador Lars Vilks fabricaba perros
de madera a los que ponía la cara del profeta Mahoma y colocaba en las
rotondas del país escandinavo. Una serie de caricaturas antimusulmanas
de Vilks provocó fuertes reacciones dentro y fuera del país escandinavo.
En el año 2010, un terrorista ario se dedicaba a dispararle a decenas
de inmigrantes escogidas al azar en la ciudad de Malmö, matando e
hiriendo a varios.
Según la Encuesta Sobre las Minorías y la
Discriminación (EU-MIDIS) del año 2008, más de la cuarta parte de los
23.500 inmigrantes y miembros de minorías étnicas consultados reportaron
haber sido víctimas de delitos contra la persona por "motivos racistas"
durante los últimos 12 meses. Se trataba de actos de violencia,
amenazas o maltrato grave. La lista era encabezada por gitanos,
africanos (del norte y el sur del Sahara), turcos, europeos del este y
árabes. La estadística no destaca el número total de musulmanes, pero
dada la lista de nacionalidades se puede presumir que éstos fueron la
gran mayoría de los casos.
En España, Italia y Alemania y el
Reino Unido los ataques contra los inmigrantes desde fuera de Europa y
especialmente los ataques islamófobos son una característica constante
en las estadísticas oficiales (por ej. "Extractos de los informes del Observatorio Europeo del Racismo y Xenofobia (EUMC )”).
No se han visto manifestaciones del mismo tamaño ante los constantes
asesinatos de africanos y árabes en Europa como las que se han visto
esta semana a propósito de la masacre del Charlie Hebdo. La explicación
oficial de esta diferencia entre las reacciones a los asesinatos
racistas por europeos y al ataque contra los periodistas del semanal de
caricaturas es que el masacre de los periodistas se interpreta como un
ataque a la libertad de expresión.
En verdad, la libertad de
expresión en Europa es tanto un complejo mito de cuidadosa fabricación
cultural, como un campo de feroz batalla política y social. Los
apologistas occidentales lo blanden como una prueba de la superioridad
de sus sociedades. El mundo mayoritario lo ve como otra hipocresía más
del Occidente, un supuesto beneficio que, si acaso existe, lo hace a
cuentas de siglos de explotación y genocidio occidental de los demás
pueblos del mundo.
En principio, en Europa y Norte América hay
libertad de decir cualquier cosa solamente en base a la marginalización
total de las críticas consecuentes antiimperialistas y anticolonialistas
en las propias sociedades occidentales. Esto ha sido todavía más
evidente, especialmente desde la derrota de Israel en el Líbano en 2006,
en el caso de las críticas que cuestionan el apoyo occidental al
genocidio en cámara lenta de parte de los gobiernos sionistas de Israel
contra el pueblo palestino. En la práctica, la libertad de expresión se
traduce en una libertad (e impunidad) para todo tipo de ultrajes
dirigidos contra minorías, especialmente extra-europeas y sobre todo hoy
en día, musulmanas o presuntamente "árabes".
El atentado contra
el semanario Charlie Hebdo, así como el asesinato de dos oficiales de
policía y el secuestro de clientes de un negocio judío que tuvieron
lugar esta semana pasada son condenables. Pero nada tienen que ver con
la libertad de expresión, ni tampoco, hay que decirlo, con el Islam y
los musulmanes. Es un capítulo más de la "Guerra de las Civilizaciones"
inventada por las y los estrategas del imperio para contrarrestar la
previsible debacle del sistema occidental de dominación global, ahora en
acelerada marcha adelante. Es una estrategia cuya implementación desde
hace mucho tiempo ha revelado de la manera más clara que los mismos
medios occidentales son colaboradores entusiastas de los ataques de
guerra psicológica orientados por sus gobiernos.
Esa guerra se
dirige contra los diferentes blancos identificados de un momento a otro
como enemigos del Occidente – últimamente Laurent Gbagbo, Muammar al
Gaddafi, Hugo Chávez, Bashar al-Assad, Vladimir Putin. En el caso del
Islam y los musulmanes es muy conveniente que los hechos recientes en
Francia se interpreten como una manifestación de la rabia de los
musulmanes por la bárbara opresión colonial de Occidente. Así se plantea
el problema en los mismos términos que los planificadores de las
guerras occidentales de agresión desean. Es decir, se plantea el
terrorismo como un problema árabe y / o musulmán, cuando en realidad es
un problema - hay que decirlo con todas la letras – occidental.
Fue
el gobierno estadounidense junto con sus aliados europeos y árabes el
que financió y entrenó a Bin Laden y Al Qaeda, de la misma manera que
desde hace mucho tiempo ha validado, sostenido y manipulado a las
fuerzas terroristas en Libia, Siria y ahora Iraq. Los que hoy se
identifican con Charlie Hebdo de una u otra manera han ratificado el
apoyo de sus gobiernos a esas fuerzas terroristas. En efecto, al
identificarse de esa manera, se identifican también con la siniestra
sombra terrorista de las mismas políticas de sus gobiernos que los
dirigentes occidentales ocupan para justificar sus políticas de
represión a nivel doméstico y sus bárbaras agresiones militares en
ultramar.y Norte América a aceptar estas políticas en contra de sus
propios intereses. Ahora, la "izquierda francesa" hace coro junto a la
ultraderecha del Frente Nacional y la "socialdemocracia" del presidente
François Hollande en torno a la consigna "Todos somos Charlie", en
referencia a Charlie Hebdo, la revista de sátira (en realidad, de
provocación sistemática) en la que trabajaban los dibujantes y
redactores asesinados esta semana pasada.
Mientras que la
secretaria general del Frente Nacional pide que se vuelva a instaurar la
pena de muerte para castigar a los culpables de actos similares, los
"socialistas" y la "izquierda" piden que no se demonice demasiado a los
musulmanes (y, por extensión, a los demás habitantes menos blancos de
Francia). Una cosa los une a todos los "franceses de buena casta" y sus
homólogos europeos y norteamericanos en estos momentos: Es la idea común
de la superioridad occidental por tener "libertad de expresión".
Es
con este argumento de la superioridad moral europea que, como es
sabido, se han llevado adelante incontables genocidios a lo largo de la
historia desde las cruzadas del medioevo hasta las conquistas coloniales
y las guerras de independencia del siglo pasado. Las autoridades
coloniales francesas en Argelia masacraron en mayo 1945 a decenas de
miles de argelinos en respuesta a un levantamiento contra la ocupación
francés del país en Sétif. Pero en 1945 casi nadie en Europa fue Setif.
En
el mismo Paris en 1961, las autoridades franceses masacraron hasta 200
argelinos en el masacre de la estación del metro de Charonne hacia el
final de la guerra de liberación nacional de Argelia. Fue hasta 1998 que
se llevaron a la justicia a unos de los responsables de ese masacre y
que se permitió hablar con más franqueza de lo que durante mucho tiempo
las autoridades franceses negaron a reconocer como una guerra en
Argelia. Ahora mucha gente en Europa quieren que tod@s seamos “Charlie
Hebdo” como si la violencia política en Europa o Norte America fuera una
aberración poco conocida en vez de un fenómeno bastante común.
En
tiempos modernos, quizás es Irlanda la que ha sido el caso más notorio
de violencia política prolongada. ¿Y cuántos europeos eran Derry en 1972
cuando las fuerzas armadas del gobierno británico asesinaron a 14
civiles irlandeses e hirieron a 17? ¿Y quiénes eran Ballymurphy en 1971
cuando fuerzas del gobierno británico asesinaron a 11 civiles irlandeses
e hirió a un número todavía desconocido? En octubre 1993, ¿Quiénes
fueron Greysteel, cuando terroristas asesinaron a ocho allí, hiriendo a
una docena más? ¿O en Omagh 1998 cuando terroristas estallaron una bomba
que asesinó a veintinueve e hirió a más de 200 personas?
La
violencia política no es algo fuera de lo normal en el contexto de la
historia doméstica de los países europeos y norteamericanos. A nivel
global, los occidentales desde hace siglos declararon la guerra contra
los demás pueblos del mundo. Sistemáticamente han usado el genocidio y
la violencia política para, primero lograr, y luego defender, su dominio
global político y económico. Lo que ha cambiado desde el fin de la
Segunda Guerra mundial es el aumento todavía mayor del cinismo, el
sadismo y la hipocresía con la que los poderes occidentales han abusado
el derecho internacional y las instituciones internacionales de la ONU
para lograr sus objetivos.
Ese cinismo y oportunismo político se
ve en diversos acontecimientos a lo largo y ancho de la Unión Europea,
donde una serie de partidos xenófobos y racistas han hecho grandes
progresos en los últimos años, llegando incluso en algunos casos a
amenazar con conquistar el gobierno (caso del Frente Nacional en
Francia) o en otros, con convertirse en el comodín de parlamentos
divididos, condenados a designar perennes gobiernos de minorías (caso de
Suecia). Lo mismo pasa en Dinamarca con el Danske Folkparti de la
extrema derecha que mantiene niveles de apoyo electoral de alrededor de
15% a nivel nacional.
Fue en Dinamarca, en el año 2006, que el
diario de derecha Jyllands Posten publicó una serie de caricaturas que
retrataban al profeta Mahoma de una manera que no solo denigraba al
Islam, sino a toda la gente del Oriente Medio, presentándola como
atrasada y propensa al terrorismo. Esas mismas caricaturas, que
ofendieron a millones de musulmanes en todo el mundo, fueron
reproducidas por el semanario francés víctima del ataque terrorista de
esta semana pasada en París, Charlie Hebdo. La publicación de las
caricaturas se dio en un contexto de persecución en masa contra los
musulmanes, con incendios de mezquitas, malos tratos y un clima de "vale
todo" en contra de estos grupos en Europa.
En Noruega en 2011,
el terrorista Anders Behring Breivik mató a 77 personas e hirió a más de
100 en un ataque contra un campamento de jóvenes socialdemócratas en la
isla de Utøya. El objetivo del ataque era según Breivik el de "matar a
todo el gobierno" de su país por su supuesta permisividad hacia los
musulmanes. En Suecia, el artista-provocador Lars Vilks fabricaba perros
de madera a los que ponía la cara del profeta Mahoma y colocaba en las
rotondas del país escandinavo. Una serie de caricaturas antimusulmanas
de Vilks provocó fuertes reacciones dentro y fuera del país escandinavo.
En el año 2010, un terrorista ario se dedicaba a dispararle a decenas
de inmigrantes escogidas al azar en la ciudad de Malmö, matando e
hiriendo a varios.
Según la Encuesta Sobre las Minorías y la
Discriminación (EU-MIDIS) del año 2008, más de la cuarta parte de los
23.500 inmigrantes y miembros de minorías étnicas consultados reportaron
haber sido víctimas de delitos contra la persona por "motivos racistas"
durante los últimos 12 meses. Se trataba de actos de violencia,
amenazas o maltrato grave. La lista era encabezada por gitanos,
africanos (del norte y el sur del Sahara), turcos, europeos del este y
árabes. La estadística no destaca el número total de musulmanes, pero
dada la lista de nacionalidades se puede presumir que éstos fueron la
gran mayoría de los casos.
En España, Italia y Alemania y el
Reino Unido los ataques contra los inmigrantes desde fuera de Europa y
especialmente los ataques islamófobos son una característica constante
en las estadísticas oficiales (por ej. "Extractos de los informes del Observatorio Europeo del Racismo y Xenofobia (EUMC )”).
No se han visto manifestaciones del mismo tamaño ante los constantes
asesinatos de africanos y árabes en Europa como las que se han visto
esta semana a propósito de la masacre del Charlie Hebdo. La explicación
oficial de esta diferencia entre las reacciones a los asesinatos
racistas por europeos y al ataque contra los periodistas del semanal de
caricaturas es que el masacre de los periodistas se interpreta como un
ataque a la libertad de expresión.
En verdad, la libertad de
expresión en Europa es tanto un complejo mito de cuidadosa fabricación
cultural, como un campo de feroz batalla política y social. Los
apologistas occidentales lo blanden como una prueba de la superioridad
de sus sociedades. El mundo mayoritario lo ve como otra hipocresía más
del Occidente, un supuesto beneficio que, si acaso existe, lo hace a
cuentas de siglos de explotación y genocidio occidental de los demás
pueblos del mundo.
En principio, en Europa y Norte América hay
libertad de decir cualquier cosa solamente en base a la marginalización
total de las críticas consecuentes antiimperialistas y anticolonialistas
en las propias sociedades occidentales. Esto ha sido todavía más
evidente, especialmente desde la derrota de Israel en el Líbano en 2006,
en el caso de las críticas que cuestionan el apoyo occidental al
genocidio en cámara lenta de parte de los gobiernos sionistas de Israel
contra el pueblo palestino. En la práctica, la libertad de expresión se
traduce en una libertad (e impunidad) para todo tipo de ultrajes
dirigidos contra minorías, especialmente extra-europeas y sobre todo hoy
en día, musulmanas o presuntamente "árabes".
El atentado contra
el semanario Charlie Hebdo, así como el asesinato de dos oficiales de
policía y el secuestro de clientes de un negocio judío que tuvieron
lugar esta semana pasada son condenables. Pero nada tienen que ver con
la libertad de expresión, ni tampoco, hay que decirlo, con el Islam y
los musulmanes. Es un capítulo más de la "Guerra de las Civilizaciones"
inventada por las y los estrategas del imperio para contrarrestar la
previsible debacle del sistema occidental de dominación global, ahora en
acelerada marcha adelante. Es una estrategia cuya implementación desde
hace mucho tiempo ha revelado de la manera más clara que los mismos
medios occidentales son colaboradores entusiastas de los ataques de
guerra psicológica orientados por sus gobiernos.
Esa guerra se
dirige contra los diferentes blancos identificados de un momento a otro
como enemigos del Occidente – últimamente Laurent Gbagbo, Muammar al
Gaddafi, Hugo Chávez, Bashar al-Assad, Vladimir Putin. En el caso del
Islam y los musulmanes es muy conveniente que los hechos recientes en
Francia se interpreten como una manifestación de la rabia de los
musulmanes por la bárbara opresión colonial de Occidente. Así se plantea
el problema en los mismos términos que los planificadores de las
guerras occidentales de agresión desean. Es decir, se plantea el
terrorismo como un problema árabe y / o musulmán, cuando en realidad es
un problema - hay que decirlo con todas la letras – occidental.
Fue
el gobierno estadounidense junto con sus aliados europeos y árabes el
que financió y entrenó a Bin Laden y Al Qaeda, de la misma manera que
desde hace mucho tiempo ha validado, sostenido y manipulado a las
fuerzas terroristas en Libia, Siria y ahora Iraq. Los que hoy se
identifican con Charlie Hebdo de una u otra manera han ratificado el
apoyo de sus gobiernos a esas fuerzas terroristas. En efecto, al
identificarse de esa manera, se identifican también con la siniestra
sombra terrorista de las mismas políticas de sus gobiernos que los
dirigentes occidentales ocupan para justificar sus políticas de
represión a nivel doméstico y sus bárbaras agresiones militares en
ultramar.