Por Jorge Capelán, RLP/TcS.
Las críticas de Amnistía Internacional (AI) contra "algunos gobiernos" latinoamericanos al finalizar esta semana la Cumbre de la OEA en Tiquipaya, Bolivia, pusieron en evidencia el descaro de la mafia transnacional de los derechos humanos en la defensa de los intereses imperiales en el mundo.
En la OEA existe una irritación cada vez más pronunciada contra el sesgo evidentemente político de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), experta en emitir "informes" y resoluciones contra todos aquellos países que de una manera u otra vayan a contrapelo de los intereses estadounidenses y en callar los más brutales atropellos de gobiernos dóciles con el imperio.
El presidente ecuatoriano Rafael Correa, víctima de un intento de golpe de estado, denunció con claridad meridiana y con lujo de detalles la abusiva manipulación de esconder el apoyo a agendas políticas minoritarias, elitistas y violentas bajo la etiqueta de la defensa de los "derechos humanos" y "la libertad de expresión".
Asimismo, Correa y otros mandatarios criticaron el que para avanzar este tipo de agendas se utilicen organizaciones denominadas "No-Gubernamentales" a menudo financiadas e impulsadas fuera de todo control democrático por los Estados Unidos y la Unión Europea.
La demanda de varios países de la región, liderados por el ALBA, es la de reformar ese organismo experto en tratar con guantes de seda a los golpistas y fascistas del continente y con mano de hierro a cuanto gobierno se niegue a doblegarse ante los intereses de Estados Unidos, especialmente si es de izquierda.
En la Cumbre, finalmente se acordó encargar al Consejo Permanente de la organización que redacte una propuesta de reformas a más tardar a inicios de 2013 para ser discutida y aprobada por los estados miembros. Amnistía Internacional reaccionó de inmediato con un comunicado ante lo que consideró una campaña de demonización de parte de los gobiernos de la Alianza Bolivariana.
En una nota de prensa, AI afirma que en la reunión de la OEA, "algunos estados" se dedicaron a "zatanizar" a las ONGs y al sistema de derechos humanos de la organización, pretendiendo aleccionar a gobiernos y movimientos que llevan muchos años denunciando las violaciones a la soberanía y a la voluntad políticas de los pueblos, así como los crímenes que las potencias occidentales cometen en América Latina y el mundo con los derechos humanos como excusa.
AI dice en su nota que presidentes como Rafael Correa y Evo Morales y todos los representantes del ALBA desconocen los mecanismos que rigen el sistema de derechos humanos de la OEA, una afirmación insultante, tomando en cuenta que AI ni siquiera es miembro de la organización y que además se trata de mandatarios que representan a movimientos con una larga historia de lucha en defensa de los derechos humanos.
Con arrogancia inaudita, AI demanda que se respete la "independencia y autonomía" de la CIDH - una acusación que rima con las rutinarias y espurias demandas de "independencia y autonomía de poderes" esgrimidas por los movimientos fascistas que tratan de desestabilizar a los países progresistas y revolucionarios de la región que llevan adelante medidas para profundizar la democracia, la participación popular y la transparencia.
La misma organización que demanda se respete la autonomía de la CIDH en un debate entre Jefes de Estado a los que les compete evaluar los destinos de la organización calla ante el hecho de que uno de sus miembros, los Estados Unidos, no se sometan a su jurisdicción.
De manera falsa y tendenciosa, AI acusa al presidente Rafael Correa de violar el principio de consulta previa a los pueblos indígenas sobre los planes y proyectos de desarrollo del país. Esto lo hace al tiempo que se muestra totalmente ciega y sorda ante la brutal represión que regularmente cometen otros estados miembros de la OEA afines a los Estados Unidos.
Pero quizás la ceguera más grande de todas de parte de AI, es la de no haber notado el hecho de que la organización fue fundada en 1948 en la IX Conferencia Internacional de Estados Americanos en Bogotá, al mismo tiempo que en la capital colombiana era asesinado el líder popular Jorge Eliecer Gaitán junto con unos dos mil de sus seguidores en un golpe de Estado oligárquico que provocó una guerra que aún no ha cesado en nuestros días.
La OEA jamás se preocupó de investigar esa masacre, conocida como El Bogotazo, y mucho menos la condenó. No sería la última violación a los derechos humanos que la OEA dejaría pasar por alto a lo largo de su vergonzosa historia.
Dictaduras asesinas, represiones sangrientas, intervenciones aberrantes, de nada falta en la larga lista de violaciones a los derechos humanos secundadas y hasta promovidas por la OEA a lo largo de su historia, siempre al servicio de los Estados Unidos.
Tal vez los dos actos más emblemáticos del ingerencismo de la OEA sean el papel cumplido por la organización en la "Operación Éxito" de la CIA para derrocar a Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954 y la expulsión de Cuba en 1962, precedida por una larga serie de condenas a la isla socialista y por un silencio sepulcral ante la criminal y fracasada invasión estadounidense en Playa Girón.
De hecho, la institucionalidad que reclama AI es la de lo que no ha sido más que un ministerio de colonias de los Estados Unidos en América Latina. Es la institucionalidad de una organización agonizante ante el peso de los desarrollos y los avances democráticos que hoy en día están teniendo lugar en la región. Como lo dijo el propio presidente anfitrión de la reunión, Evo Morales: O la OEA se reforma, o se muere.
La cínica protesta de AI ante las críticas de los gobiernos latinoamericanos desnuda su papel, no al servicio de la dignidad de las personas, sino al de los intereses imperiales y coloniales más reaccionarios. Los Estados Unidos y los países de Europa Occidental han logrado subvertir todo el sistema internacional de derechos humanos cooptándolo por una mafia encargada de justificar sus agresiones imperiales y coloniales en todo el planeta.
Criticando lo que es menos importante, y callando o justificando lo que es más importante, en los momentos más álgidos, el actual sistema cooptado de los derechos humanos da una cara progresista a lo que no es otra cosa que saqueo, genocidio y desestabilización de sociedades enteras, desde Yugoslavia hasta Afganistán e Iraq, desde Libia hasta Siria y Costa de Marfil, la mano "humanitaria" de esta mafia de burócratas no electos por nadie está siempre presente, lista para justificar el "derecho de proteger" de los países occidentales.
Dentro de este sistema corrupto, AI destaca por ser uno de los esquemas de Ponzi ideológicos más exitosos de la historia: Como en el esquema financiero del famoso estafador italiano de principios del Siglo XX, AI promueve una manipulación en cadena de los sentimientos de culpa de millones de habitantes de los países ricos, presos entre la intoxicación informativa de los monopolios mediáticos y su impotencia para hacer algo eficaz ante el poder alienante del sistema que también a ellos les oprime.
Así, millones de norteamericanos y europeos cada mes tratan de aplacar sus conciencias aportando unos euros o dólares a la red delictivo-humanitaria con la esperanza de aportar a aliviar el sufrimiento de sus congéneres.
A su vez, las campañas imperialistas impulsadas con la justificación de la mafia derechohumanitaria resultan en nuevos horrores que requieren de más aportes monetarios a organizaciones como AI las que justifican nuevas masacres y horrores que llevan a nuevas contribuciones económicas en un espiral interminable de delitos contra la humanidad y autoengaño colectivo.
Formalmente, cualquier miembro de la red mafiosa es libre de impulsar los temas de derechos humanos que desee, y de hecho, muchas personas de buena fe creen estar haciendo una labor genuinamente orientada a defender los derechos humanos en diversos puntos del globo, lo que provee a AI de una mampara "civil".
Sin embargo, el flujo de los temas y de los países tratados es canalizado a través de rigurosos filtros que se encargan de que la orientación general de la organizacion se mantenga dentro de los lineamientos del Departamento de Estado, el Pentágono y la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
El primer filtro es ideológico, y consiste en las ideas dominantes de las sociedades de los países imperialistas, sometidas a la más cínica y refinada propaganda de los medios monopólicos de comunicación:
El filtro ideológico funciona tanto en la elección de "causas" de derechos humanos consideradas legítimas en esas sociedades, como en la limitación a los derechos políticos y las libertades individuales, dejando totalmente de lado temas como el de los derechos económicos, sociales y culturales, etcétera. De esta forma, efectivamente se rechaza todo tipo de enfoques sistémicos tildándolos de agendas políticas.
Por otro lado, ese filtro descontextualiza la crítica de los derechos humanos en países que llevan adelante intentos serios por restituir o profundizar los derechos humanos de sus ciudadanos en el marco de proyectos políticos independientes del iperio que necesariamente deben tener sus agendas propias de prioridades y sus propios ritmos de desarrollo.
Otro filtro que encauza la actividad de AI son los grupos de seudoactivistas infiltrados en la organización con la tarea de promover campañas de desinformación y propaganda ocultas tras un manto de idealismo. Estos grupos están formados por miembros de redes de influencia política con objetivos muy concretos y áreas geográficas y temáticas muy definidas.
Los otros filtros son los de las cúpulas que controlan la red en cada uno de los países en los que opera. Esas cúpulas de burócratas fuera de todo control democrático real son las encargadas de emitir comunicados y organizar campañas internacionales en el área de los derechos humanos.
A menudo estas campañas son orientadas a resaltar y ensalzar la labor de agentes sobre el terreno en países designados como objetos de desestabilización pagados por las propias agencias gubernamentales de los estados imperialistas, con lo que se cierra el círculo del carácter seudocivil-militar de su actividad.
La mafia de AI actúa de manera selectiva, lo que le permite mantener una apariencia progresista al dar libertad relativa a sus grupos en países y coyunturas que no son relevantes a los intereses imperiales, para concentrar su dirección político-propagandística en los momentos y los lugares en los que un comunicado de la organización puede ser utilizado para justificar las agresiones imperiales.
Cuando AI critica una masacre imperialista, un caso de tortura, un caso de detencion arbitraria específico, lo hace siempre demasiado tarde o con voz demasiado débil, de modo que las consecuencias de esa violación a los derechos humanos puedan ser debidamente neutralizadas o digeridas por la maquinaria de indoctrinación y desinformación del imperio.
Actuando en conjunto con otras redes transnacionales del complejo mafioso de los derechos humanos como Human Rights Watch o la altamente infiltrada Federación Internacional de los Derechos Humanos, AI contribuye a dar una impresión de pluralismo a este sistema de justificación ideológica del genocidio.
Se trata de un complejo burocrático, estatalmente controlado y corrupto que cumple con la doble función de justificar las campañas imperialistas y de servir de fortalecer la legitimidad del aparato de indoctrinación ideológica de los medios monopólicos occidentales.
Su carácter corrupto y mafioso se deriva, no sólo de las oportunidades de avance profesional y social que ofrece a algunos de sus funcionarios y figuras mediáticas, sino también de su total falta de escrúpulos en la manipulación de las conciencias con fines despreciables.
Como en el caso de la CIDH, el poder de estas redes mafiosas a nivel global irá perdiendo coherencia a medida que se vaya fortaleciendo el nuevo orden multipolar en curso y a medida que avance la descomposición económica, política y moral de los países imperialistas.
En América Latina, los pueblos han dicho basta y comienzan a sacudirse el pesado yugo de la OEA como ministerio de colonias del imperio y su aparato de justificación derechohumanitaria. Lo mismo sucederá a nivel global a medida que, ante el descalabro de Occidente, los pueblos vayan recuperando sus soberanías y reclamen un orden justo que le de a los derechos humanos la dignidad que se merecen.
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