Las autoridades cubanas han entregado a su embajada al político derechista sueco Aron Modig, retenido en Cuba por su participación en un accidente en el que fallecieron dos personas el 22 de julio, entre ellas el conocido contrarrevolucionario Oswaldo Payá, informa el diario sueco Svenska Dagbladet.
La mañana de este lunes, Modig declaró a la prensa cubana que viajó a la isla, junto al político español del Partido Popular Ángel Carromero, con los objetivos de entregar dinero a Payá, Organizar de conjunto con la hija del contrarrevolucionario un ala juvenil del "movimiento" de Payá en Cuba, y apoyarlo en los viajes que éste quisiera realizar dentro del país.
Además de haber negado las versiones de Miami de que el accidente en el que murieron dos personas habría sido causado por las autoridades cubanas, Modig reveló que introdujo a Cuba la suma de 4 000 euros para una organización ilegal en violación de las leyes cubanas.
"He comprendido que eso no es legal en Cuba y pido disculpas por haber venido aquí y realizado actividades ilegales", dijo en esa conferencia de prensa, según el diario sueco.
Interesante manera de hacerse el sueco. Que tenga un buen viaje de regreso a Escandinavia.
De vez en cuando viaja a Cuba algún sueco para montar un escándalo, eso no es nuevo. Pero esta vez fue algo muy gordo, porque se encontraron pruebas incontestables de un político de alto rango (Modig es presidente de la Juventud Demócrata Cristiana sueca y miembro de la directiva del partido) violando abiertamente el derecho internacional.
En Suecia, el tema de Modig como valiente luchador en las "ergástulas cubanas" fue la comidilla de la semana. Lo que nadie se atrevió a mencionar, era de dónde venía el dinero para el viaje del sueco.
Una fuente sueca digna de todo crédito y con buenos contactos entre los círculos de derechistas suecos acostumbrados a jugar a la desestabilización de terceros países me contó que sus esfuerzos por sonzacarle a los democrata-cristianos de ese país el más mínimo detalle sobre quién había financiado el viaje de Modig a Cuba fueron en vano.
"Según mis contactos, nadie en la Juventud Demócrata Cristiana excepto el Presidio (la directiva) sabe quién organizó el viaje y qué específicamrente estaba haciendo allí", cuenta mi fuente.
"El Presidio le dijo a mis contactos que es una organización de ayuda, pero que es 'clasificado' de qué organización se trata. Mis fuentes tienen altos cargos en la Juventud Demócrata Cristiana. Por lo general encuentran respuestas a sus preguntas", agrega.
"Le pregunté a otro miembro con un alto cargo en la Juventud Demócrata Cristiana que dijo que están tratando de mantenerse callados para sacar a Modig. Pero es que no están callados, solamente no dicen quién organizó el viaje y lo que hacía allá", dice mi fuente.
Hoy en día se sabe lo que hacía Modig en Cuba, así como se sabe que torpemente lo reveló por Twitter.
Además se sabe que se reunió en Georgia poco antes de viajar a Cuba con representantes del Instituto Republicano Internacional Republicano (IRI) y del Instituto Nacional Demócrata (NDI), dos organizaciones norteamericanas que participan activamente en la política de "cambio de régimen" de Estados Unidos contra Cuba - una cosa que los políticos suecos de derecha de hoy en día rara vez se preocupan en negar o siquiera mantener en secreto - basta leer sus blogs para darse cuenta de la impunidad con la que creen actuar.
En realidad, el motivo del silencio de los jóvenes demócrata-cristianos no tiene que ver con sus contactos con los Estados Unidos, sino con el propio gobierno sueco.
Suecia es el tercer mayor donante europeo de "ayuda a la democracia", sólo detrás de Holanda y Gran Bretaña. En 2011, Suecia dedicaba unos 4 600 millones de coronas (46 millones de euros) a este tipo de actividades. Además, en 2009 esta cantidad se aumentó con una partida especial de 100 millones (10 millones de euros) "para organizaciones y grupos que trabajan por la democracia bajo situaciones especialmente difíciles o riesgosas".
Esta partida especial está dirigida a una lista secreta de países y no va canalizada a través de mecanismos legales. Es decir, que va por debajo de la mesa a grupos como el de Payá en Cuba. El mismo gobierno sueco reconoce que esto es a todas luces ilegal.
Efectivamente, en la mayoría de los países, aquel que recibe dinero de una potencia extranjera con el fin de influenciar la política interna está expuesto a severas penas.
El Código penal del reino de Suecia (19:13) establece que "Aquel que, de parte de una potencia extranjera o de alguien que desde el extranjero opere a cuenta de una potencia extranjera, reciba dinero u otra forma de propiedad para, a través de la publicación o divulgación de escritos o por otros medios, influenciar a la opinión pública sobre un tema tocante a alguna de las bases del sistema de gobierno del reino u otro tema de importancia para la seguridad del reino sobre el que sea de la competencia del parlamento o del gobierno decidir, será condenado por recepción de ayuda extranjera a un máximo de 6 años de cárcel. Ley (1981:1165)"
Al ser descubierto Modig con 4 mil euros (una pequeña fortuna en la isla y en cualquier país pobre) para Payá, Modig se arriesgaba a que le pasara lo que le pasó a Allan Gross, el espía disfrazado de contratista de la USAID que cumple una larga condena en la isla. En realidad, el caso de Modig es aún peor que el de Gross, porque el estadounidense sólo era un empleado, mientras que Modig es todo un político en su país.
Las autoridades cubanas dejaron ir a Modig, cuyo apellido curiosamente significa "valiente" en sueco, con la cola entre las patas y una seria advertencia de que la próxima vez los agentes del reino escandinavo no serán tratados con la misma clemencia.
Probablemente, las autoridades cubanas consideraron que, una vez revelada la descarada actuación del sueco y puesta en ridículo la campaña internacional desplegada por los medios de Miami en torno a la muerte de Payá, era preferible dejarlo ir que abrir otro frente en una guerra política que deben librar contra un enemigo mucho más poderoso, que son los Estados Unidos.
Por su parte, los suecos deben de haberse sentido aliviados, porque si el escándalo de Modig hubiese tomado mayores proporciones, las voces dentro de Suecia que cuestionan el inmoral giro de ese país en las relaciones internacionales habrían ganado fuerza y la red de espías que mantienen en cerca de 40 países de África, Asia y Europa del Este habría comenzado a ser puesta en evidencia.
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