Por Jorge Capelán. RLP/TcS.
Ayer jueves, un hecho cambió dramáticamente el curso de los
acontecimientos en lo relacionado con la solicitud de asilo político en
el Ecuador del australiano Julian Assange, fundador del grupo WikiLeaks.
Se trata de la revelación, por parte del grupo, de más de 2
millones de correos electrónicos tomados de diferentes instituciones del
gobierno sirio. Siria actualmente está sometida a una guerra criminal
por parte de la OTAN, de Israel y del Consejo de Cooperación del Golfo
con el nada original pretexto de combatir un "régimen dictatorial".
Con el fin de avanzar sus posiciones en el Oriente Medio, las
fuerzas del imperio llevan adelante una guerra que recuerda a la guerra
de la administración Reagan contra Nicaragua en los 80s del siglo pasado
y a la intervención de la OTAN en Libia el año pasado. Se trata de una
guerra que además se convierte en una amenaza directa contra Irán, Rusia
y China en lo que muy bien puede llevar al mundo al despeñadero de un
conflicto termonuclear.
Parte de esta guerra es la demonización del gobierno sirio por
los órganos corporativos de la dictadura mediática global así como por
el corrupto complejo de ONGs de los derechos humanos que cotidianamente
inundan el flujo de noticias con reportes tendenciosos y falsos sobre
ese país. Se trata de una guerra que claramente tiene un componente de
guerra sicológica y de información.
En este contexto, la revelación de esos cables por parte de
WikiLeaks se convierte en una abierta intervención en esta guerra
favoreciendo al bando de la OTAN con el pretexto de ofrecer información
que permita una comprensión mas profunda de los hechos.
Para la liberación de esos cables, WikiLeaks ha solicitado la
cooperación de un grupo de medios del Medio Oriente, Europa y los EE.UU.
que comprende los periódicos y agencias noticiosas Al Akhbar (Líbano),
Al Masry Al Youm (Egipto), ARD (Alemania), Associated Press (EE.UU.),
L'Espresso (Italia), Owni (Francia) y Publico.es (España). La mayoría de
esos medios están plegados a la guerra mediática comandada por la OTAN.
Sólo el diario libanés Al Akhbar es considerado independiente y cercano
a Hizbollah (aliado de Siria), aunque también es crítico del gobierno
sirio.
Es evidente la ausencia en esa lista de medios del país
agredido, como lo es también la ausencia de otros medios de fuerzas no
alineadas con la OTAN, como TeleSUR, la cadena iraní Press TV o la
cadena rusa RT, entre otros.
Seguramente, el contenido de esos correos electrónicos
resultará a la larga más revelador sobre las verdaderas intenciones de
la OTAN que sobre los supuestos crímenes del gobierno sirio.
Pero la situación actual no tiene nada que ver con un debate
académico sobre las razones del conflicto en Siria, sino con operaciones
de información lanzadas con fines muy precisos. Una ventaja de semanas y
de días en el acceso a la información para una de las partes se
convierte en decisiva a la hora de crear percepciones afines a los
objetivos de la guerra.
En este contexto, WikiLeaks provee a una parte de esta guerra
informativa, a la OTAN, con el equivalente a misiles nucleares mientras
que a la otra, al gobierno sirio, sólo le deja una dudosa hulera en la
forma del diario libanés Al Akhbar. Se trata de una flagrante
intervención a favor de una de las partes, que es precisamente la más
poderosa y la que tiene una probada agenda de dominación global. Se
trata de una evidente intervención de lado del imperio por parte de
WikiLeaks.
Anteriormente argumentábamos a favor
de la decisión de concederle asilo en Ecuador al australiano Julian
Assange. Lo hacíamos partiendo de la necesidad imperiosa de defender el
derecho de asilo en un mundo en el que todas las instituciones para las
relaciones civilizadas entre los países están siendo desmontadas por las
potencias occidentales e Israel. Ahora, con la decisión de WikiLeaks de
liberar los correos electrónicos de Siria, que lleva la firma del
propio Assange, las cosas ya no están tan claras.
El gobierno ecuatoriano se está tomando todo su tiempo para
preparar un concienzudo informe de decenas o centenares de páginas que
fundamente su decisión de darle o no asilo a Julian Assange.
Con su decisión de ejecutar este acto de guerra informativa
contra Siria, el propio Assange contribuye a poner en duda la seriedad
de su solicitud de asilo político. La liberación de más de dos millones
de correos electrónicos no es una acción que se realiza de la noche a la
mañana, toma semanas y meses de preparación, para no hablar del tiempo
necesario para establecer contactos con medios internacionales.
Evidentemente, Assange sabía lo que se traía debajo de la manga antes de
solicitar asilo ante la embajada ecuatoriana en Londres.
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