Luego del discurso de Barak Obama ante el lobby sionista en los Estados Unidos el domingo, no deberían quedar dudas de que el riesgo de una guerra nuclear producto de un ataque a Irán es, desgraciadamente, inminente.
En su discurso ante el Comité de Acción Política Americano-Israelí (AIPAC) en Washington, el más poderoso grupo de presión judío en Estados Unidos, Obama reafirma ante el mundo su compromiso con la camarilla sionista, sin importarle para nada el efecto de sus palabras dentro y fuera del Mundo Árabe:
"...al examinar mi compromiso (con Israel), no deben sólo contar con mis palabras. Vean mis actos. Porque durante los últimos tres años, como Presidente de los Estados Unidos, he mantenido mis compromisos con el Estado de Israel. En cada coyuntura decisiva - en cada gancho del camino - hemos estado al lado de Israel. Todas y cada una de las veces", aseguró.
Sobre el tema de Irán, y haciendo uso de argumentos falsos que recuerdan el discurso de la administración Bush sobre las "armas de destrucción masiva" de Saddam Hussein, dijo:
"Ningún gobierno israelí puede tolerar armas nucleares en manos de un régimen que niega el Holocausto, amenaza con borrar a Israel del mapa, y financia grupos terroristas comprometidos con la destrucción de Israel. Y de esta manera entendemos la profunda obligación histórica que pesa sobre los hombres de Bibi Netanyahu, Ehud Barak, y todos los líderes israelíes".
En su discurso, Obama, otrora nombrado Premio Nobel de la Paz, sacó a relucir una vieja doctrina imperialista.
"Esta es la hora de hacer caso a aquel consejo para la eternidad de Teddy Roosevelt: habla suavemente, pero lleva un gran garrote", dijo, y acto seguido agregó: "Como nosotros, ustedes también estén seguros de que el gobierno iraní conocerá lo firme de nuestra resolución, y de que nuestra coordinación con Israel continuará".
En su reunión con el poderoso lobby judío, Obama echa mano a la doctrina rooseveltiana del "Big Stick" o Gran Garrote, lanzada a inicios del siglo XX por el presidente Theodoro Rossevelt, la que consistía en mantener siempre presente la amenaza de una invasión militar como trasfondo de toda negociación política.
En realidad, Ni Obama habló suavemente el domingo en Washington, ni Roosevelt lo hizo en su tiempo. Además, el garrote que Roosevelt blandía en su mano no era sólo para amenazar: En Centroamérica, su doctrina resultó en la intervención estadounidense en Panamá, Cuba, Nicaragua, Haití y Santo Domingo.
Pero el imperio que comandaba Roosevelt entonces no es el que comanda Obama hoy en día. Entonces, los Estados Unidos se encontraban camino a la cima del poder global, un factor de contrapeso a la profunda crisis del capitalismo en Europa y futuro heredero del imperio británico gracias a dos guerras mundiales peleadas y sufridas por otros, que pagaron con millones de muertos.
El imperio que Obama dice comandar es muy diferente: Se está cayendo a pedazos. Cuatro décadas de mantener a la fuerza la supremacía del dólar, que Estados Unidos imprime en vastas cantidades según sus necesidades, han resultado en la erosión de las bases económicas de su poder, y con ello, las políticas y las militares. Con dos guerras perdidas pero inacabables en Irak i Afganistán, con una Libia sumida en el caos luego de una supuestamente exitosa intervención y en medio del fracaso de sus intentos por derrocar al gobierno sirio, el imperio continúa su carrera hacia el abismo guerrerista contra un mundo que cada vez obedece menos a sus órdenes.
El mismo día que el presidente estadounidense pronunciaba su discurso prosionista y antiiraní en Washington, Rusia elegía como presidente a Vladimir Putin a pesar de las huecas protestas de Occidente reclamando supuestos fraudes por la victoria de un candidato por el que sienten terror.
Por su parte, en Beijing, el vocero oficial de la Asamblea Nacional Popular de China, Li Zhaoxing, anunciaba que el presupuesto militar de su país aumentará en un 11 por ciento en este año. La medida china debe verse a la luz de la recientemente publicada nueva doctrina estadoundense, que señala al país asiático como el enemigo global a batir. En relación a su economía, el gasto militar de China representa un uno por ciento del PIB, mientras que países como Inglaterra y los propios Estados Unidos, a pesar de sus graves problemas económicos, gastan más del dos por ciento.
Sea por el veto Sino-Ruso en el Consejo de Seguridad de la ONU sobre Siria, sea por la formación reciente de la Comunidad de Estados Latino Americanos y Caribeños, CELAC, o por los tan frecuentes como alarmantes informes sobre déficits de las economías estadounidense y europeas, lo cierto es que nos encontramos en una época de declive de la hegemonía global occidental que comenzó un 12 de octubre de 1492.
Pero se trata de un declive extremadamente peligroso.
"El mundo tiene que defender la causa más importante de todas: la supervivencia de la especie", dijo la semana pasada el líder latinoamericano Fidel Castro y recordó que en el planeta existen 25 mil sistemas automatizados de cabezas nucleares fuera del control humano. Sus declaraciones fueron hechas durante la visita a La Habana de una delegación japonesa de víctimas de las bombas de Hiroshima y Nagasaki.
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