¿Qué hay tras la campaña a favor de Puracal?
Por Jorge Capelán | Radio La Primerísima / Tortilla con Sal.
Estados Unidos y la Unión Europea, los dos campeones 
mundiales en  detenciones arbitrarias, famosos el uno por casos como el 
de las  cárceles de Guantánamo y Abu Grahib así como por su red global 
de  prisiones secretas, y su cómplice al otro lado del mar, famoso 
también  por haber colaborado en el montaje de esa red y por sus centros
 de  detención de decenas de miles de inmigrantes indocumentados, llevan
  adelante una campaña para liberar a una persona convicta por  
narcotráfico en Nicaragua: Una maniobra más y un claro ejemplo de la  
labor de ese tándem que ha cooptado y corrompido todo el sistema  
internacional de los Derechos Humanos.
"Expreso de Medianoche" en Centroamérica
En agosto de 2011, el ciudadano estadounidense Jason Zachary  Puracal
 fue condenado por la justicia de Nicaragua a 22 años de prisión  por 
narcotráfico y lavado junto con otros 10 nicaragüenses también  
condenados a largas penas.
Nueve meses antes, el domicilio y la oficina de Puracal habían  sido 
registrados por las autoridades nicaragüenses sin una orden de  arresto,
 procedimiento contemplado en el código penal del país para  aquellos 
casos serios en los que se sospecha que el investigado puede  llegar a 
deshacerse de las pruebas. Usando tecnología de punta (por  cierto, 
brindada por los propios Estados Unidos) se encontraron trazas  de droga
 en el vehículo de Puracal así como abundante documentación que,  según 
las autoridades judiciales nicaragüenses, fundamenta los cargos  contra 
él y el resto de miembros de la red en la que participaba.
El estadounidense ha apelado la sentencia y esta semana comienzan las audiencias en Managua.
La historia de Puracal, un ex voluntario del Cuerpo de Paz de  
Estados Unidos que luego de cumplido su servicio en Nicaragua decidió  
quedarse en el país donde contrajo matrimonio y adquirió una franquicia 
 de bienes raíces, ha dado lugar a una campaña internacional sin  
precedentes en la que una petición de libertad a su favor organizada en 
 la Internet ha llegado a recabar más de 90 mil firmas.
Esto es comprensible, dada la facilidad con que es posible  
convertirla en un paralelo a la de la famosa película de Alan Parker con
  guión de Oliver Stone, Expreso de Medianoche (1978), en la que un  
estadounidense es sentenciado a 30 años de prisión por tráfico de drogas
  en Turquía. Con el paso de las décadas el filme, basado en una 
historia  real, se ha convertido en un clásico de la islamofobia y del 
cliché que  retrata a todos los países de la denominada "periferia" 
no-occidental  como lugares sin ley en los que las almas blancas están 
expuestas a toda  clase de tormentos, incluso abusos sexuales, de parte 
de unos nativos  corruptos, desalmados e impredecibles. Luego de años de
 soportar  condiciones inhumanas y de abandonada toda esperanza de apoyo
 de parte  del gobierno estadounidense, Billy Hayes, el protagonista de 
la  película, decide huir de la prisión por sus propios medios.
El caso de Puracal ha sido apoyado por grupos estadounidenses  como 
el Innocence Project (Proyecto Inocencia) y ha recibido apoyo de  
personas influyentes como "el ex director de la DEA estadounidense Tom  
Cash, que ayudó a enjuiciar al capo colombiano Pablo Escobar, y el ex  
ministro de justicia y fiscal de la nación de Canadá, Irwin Cotler, que 
 escribió una carta inflamatoria al presidente Daniel Ortega diciendo 
que  lo de Puracal era una 'detención arbitraria' y 'un serio abuso de  
justicia'", según la publicación 
Nicaragua Dispatch.
  Hasta una orden del prestigioso Grupo de Trabajo sobre Detenciones  
Arbitrarias de la ONU recomienda a Nicaragua la "inmediata liberación"  
de Jason Puracal.
Según la versión de los defensores de Puracal, a éste no  solamente 
se le habría violado su integridad al registrar las  autoridades 
nicaragüenses su vivienda y su lugar de trabajo sin una  orden judicial,
 sino que además se le habría negado el debido derecho a  la defensa; se
 le habría juzgado más allá del período legalmente  establecido; se le 
habría obligado a vivir junto con otros siete  prisioneros en la misma 
celda, y hasta se le habría forzado a quemarse  con un calentador de 
agua (¿?) que usaba en la prisión.
Todas estas acusaciones han sido negadas tajantemente por el  
presidente del Tribunal de Apelaciones de la Circunscripción Sur  
(Granada y Rivas), doctor 
Norman Miranda Castillo, que a su vez acusó a la embajada estadounidense en Managua de intromisión en el curso de la justicia en Nicaragua.
La "Responsabilidad de Proteger" a los narcos
El pasado 24 de mayo, el secretario del Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de la ONU, Miguel de la Lama, envía 
una carta
 respondiendo a un caso remitido por Jared Genser, a nombre de la  
organización "sin fines de lucro" Perseus Strategies, LLC. En la carta, 
 de la Lama le comunica a Genser que el Grupo de Trabajo sobre  
Detenciones Arbitrarias en su sexagésimo tercera sesión emitió el "texto
  de opinión", numero 10/2012 sobre Puracal.
El 
Grupo de Trabajo Sobre las Detenciones Arbitrarias
 fue establecido por la resolución 1991/42 de la antigua Comisión de  
Derechos Humanos de la ONU, entre otras cosas para investigar casos de  
privación de libertad arbitrarios o inconsistentes con la Declaración  
Universal de los Derechos humanos, tarea que según las Naciones Unidas  
debe ser llevada a cabo "con discresión, objetividad e independencia".
El "
texto de opinión"
  enviado por el grupo de la ONU al Gobierno de Nicaragua, aclara que el
  organismo de derechos humanos no puede pronunciarse acerca de los 
cargos  presentados contra Puracal ni tampoco acerca de la evidencia 
presentada  contra él por el Estado de Nicaragua. Sin embargo, y en 
vista de que el  Gobierno nicaragüense no respondió a las acusaciones 
formuladas por el  grupo en el plazo estipulado de dos meses, éste 
recomendaba a Nicaragua  la liberación inmediata de Puracal, y la 
realización de un nuevo juicio  en caso de que se crea necesario, sin 
perjuicio de indemnizarlo por los  supuestos daños causados a su 
persona. Evidentemente, una carta de ese  organismo de la ONU, 
inmediatamente se convierte en una poderosa arma  mediática.
Los miembros del Comité
 son Malick El Hadji Sow, de Senegal; Shaheen Sardar Ali, de Pakistan;  
Roberto Garretón, de Chile; Mads Andenas, de Noruega y Vladimir  
Tochilovsky, de Ucrania. Es fácil descubrir la fuerte influencia de la  
Unión Europea y de la OTAN sobre este grupo en apariencia plural.
El presidente del grupo, el senegalés Malick Sow, es  actualmente 
juez de la Corte Suprema de su país, considerado una  "democracia fuerte
 y estable" por la Unión Europea, aunque con un alto  nivel de pobreza 
ocupando 
el puesto 155 de 169 países en cuanto al Índice de Desarrollo Humano de la ONU, siendo 
fuertemente dependiente de la ayuda europea, que supera el 10% del 
presupuesto nacional.
  Por su parte, la vice presidenta paquistaní es en realidad profesora 
de  derecho en la Universidad de Warwick, en Inglaterra y de la 
Universidad  de Oslo, en Noruega. Difícilmente se podrán esperar 
actuaciones fuera  de la línea oficial de un representante chileno, por 
cierto, reconocido  defensor de los derechos humanos en la época de 
Pinochet, pero  representando a un estado que practica las detenciones 
arbitrarias de  indígenas mapuches 
sin importar la edad, como si fuese un deporte, y de un 
abogado litigante ucraniano
 que participó en las primeras fases de organización del Tribunal Penal 
 Internacional, ampliamente criticado por su parcialidad contra 
todo tipo de personeros señalados por Washington como enemigos de los Estados Unidos, así como por su reluctancia a investigar 
los crímenes de los aliados de la Casa Blanca.
Por su parte, 
el noruego Andenas
 es, como la paquistaní Shaheen Ali, profesor en la Facultad de Derecho 
 de la Universidad de Oslo, pero además fue miembro de la directiva de  
una organización muy selecta, la Asociación de Institutos de los  
Derechos Humanos (
AHRI, por sus siglas en inglés) de la Unión Europea. Este grupo, financiado por la Cooperación Europea en Ciencia y Tecnología (
COST),
  agrupa a unas 41 universidades de Europa que llevan a cabo  
investigación en el campo de los derechos humanos. En diciembre de 2010,
  AHRI realizaba, con financiamiento de COST, el seminario "
La Corte Penal Internacional y la Responsabilidad de Proteger - Sinergias y Tensiones".
  Uno de los temas del seminario llevaba el sugestivo nombre de "El  
camino a recorrer", una discusión sobre las maneras en que la "comunidad
  internacional podría coordinar sus acciones futuras" para la  
implementación de la doctrina conocida como R2P.
La 
Responsabilidad de Proteger,
  o R2P, es una idea que los países de la OTAN vienen impulsando desde  
hace varios años en el seno de las Naciones Unidas. La base del  
planteamiento de la R2P es que cuando un Estado no proteja a su  
población, ya sea por falta de capacidad o de voluntad, es  
responsabilidad de la "comunidad internacional en su conjunto"  
intervenir, aún cuando ésto entre en contradicción con uno de los  
principios fundamentales de las Naciones Unidas: El de la no-injerencia 
 en los asuntos internos de otros Estados. En la Cumbre Mundial de la 
ONU  de septiembre de 2005, una mayoría de los estados miembros, bajo 
las  presiones de los países de la OTAN aceptaron la idea del R2P en  
principio, pero recomendaron una más amplia discusión del tema. Poco más
  de un lustro más tarde, esa doctrina se llevaría a la práctica con lo 
 que resultó ser la  agresión contra el pueblo libio por las fuerzas de 
 la OTAN.
En unos pocos días en marzo de 2011, Soliman Bouchuiguir, de  la Liga
 Libia de los Derechos Humanos, (LLDH) reunió en un  pronunciamiento a 
más de 70 ONGs del ramo para la 15 sesión especial del  Consejo de 
Derechos Humanos de la ONU que tuvo lugar el 25 de febrero  de 2011. En 
la reunión se decidió expulsar por primera vez a un estado  miembro, 
Libia, por supuestos bombardeos contra la población civil. Unas  semanas
 más tarde comenzaría la masacre de la OTAN contra el país  norafricano.
"Para serle franco, no fue un trabajo tan difícil porque todas  esas 
ONGs se conocen entre ellas (...) y al final, la reunión del  Consejo de
 Derechos Humanos de la ONU hizo que todos se juntasen en  Ginebra, y 
fue así que lanzamos el pronunciamiento que fue firmado por  todos los 
miembros", dijo Bouchuiguir a periodistas que lo entrevistaron  para el 
documental "
The Humanitarian War", dirigido por Julien Teil.
Las cifras con las que Bouchuiguir convenció al resto de los  
miembros del Consejo eran estremecedoras: El 17 de marzo de 2011,  
reportaba 6 mil muertos, 12 mil heridos, 500 desaparecidos, 700  
violaciones y 75 mil refugiados. Apenas dos semanas más tarde,  
Bouchuiguir hablaba de 18 mil muertos, 46 mil heridos, 28 mil  
desaparecidos, 1600 violaciones... Con esas cifras se justificó luego la
  "zona de exclusión aérea" y los bombardeos de la OTAN que resultaron 
en  una verdadera masacre. Todas esas cifras eran inventadas.
Hay que recordar que 
el 2 de marzo,
  el jefe del Estado Mayor Conjunto de los EE.UU., Mike Mullen,  
testificaba ante el Congreso: "no hemos podido confirmar que aviones  
libios hayan abierto fuego contra su propia población". 
Por esos mismos días,
  el Estado Mayor Conjunto de Rusia informaba que había estado  
monitoreando el territorio libio por satélite desde el inicio de la  
crisis, a mediados de febrero, y no había logrado detectar ningún tipo  
de bombardeo.
"No hay manera", respondió Bouchuiguir a la pregunta de los  
periodistas acerca de cómo comprobar si las cifras que había dado a la  
ONU eran verdaderas. "El gobierno libio nunca, nunca, da información  
sobre los derechos humanos (...) de modo que hay que hacer un estimado",
  explicó.
"...Esta información (sobre el número de víctimas civiles en  Libia) 
no la recibí de cualquiera. La recibí del primer ministro libio -  el 
del otro lado", agregó Bouchuiguir refiriéndose al Consejo Nacional  de 
Transición (CNT) montado por los denominados "rebeldes" apoyados por  la
 OTAN.
"Fue el señor Mahmoud (de la tribu Warfallah). Fue él quien  declaró 
esas cifras. Las usé, pero con cierta precaución", agrega.  Bouchuiguir 
se refería a Mahmoud Jibril, el "primer ministro" de los  "rebeldes 
libios" designado por la OTAN y la CIA.
Ali Zeidan, a inicios de marzo presentado como vocero de la  LLDH, 
había sido también vocero del CNT. Más adelante, y presionado por  los 
periodistas, Bouchuiguir reconoce que varios miembros del Consejo  
Nacional de Transición eran también miembros de su organización de  
"derechos humanos": "Usted sabe, esta gente en el gobierno (del CNT),  
¡estamos todos en el mismo grupo! Ellos son miembros de la Liga Libia de
  los Derechos Humanos, el ministro de información, por ejemplo, el  
ministro de educación, el ministro del petróleo y el ministro de  
finanzas, ¡ellos son miembros de nuestra liga! ... No tienen cargos de  
responsabilidad, pero son miembros de nuestra liga", explica.
La verdadera escala de la masacre cometida contra el pueblo  libio se
 conocerá algún día. Por el momento, algunos datos muy  maquillados de 
la propia OTAN, como el uso de 
7.700 misiles y bombas en unos 
10.000 vuelos ayudan a hacerse una idea, aunque probablemente muy pálida, del horror. Lo cierto es que mientras que 
los encargados de contar los muertos sobre el terreno
 muestren la falta de ética de individuos como Soliman Bouchuiguir y los
  funcionarios de las restantes 70 ONGs de "derechos humanos" que sin  
siquiera pensar votaron para que otros ejercieran su "responsabilidad de
  bombardear" al pueblo libio, la verdad no será conocida, sencillamente
  porque hay un interés de que no se conozca.
Todo esto nos lleva a la pregunta: Si estos burócratas del  humanismo
 no tienen el menor empacho en inventar genocidios para luego  hacerlos 
realidad en función de los intereses de las potencias  occidentales, 
¿por qué se van a detener ante la posibilidad de exigir la  libertad de 
un narcotraficante como en el caso de Jason Puracal?
Sobre la mesa del Grupo de Trabajo Sobre las Detenciones  Arbitrarias
 de la ONU hay muchos expedientes de peso, como la ley  aprobada por el 
presidente estadounidense Barak Obama a finales de 2011  que permite 
detenciones indefinidas sin cargos y encarcelamientos sin juicios,
  para no hablar de los casos ampliamente conocidos de Abu Grahib, de  
Guantánamo, o de la red de cárceles secretas de la CIA en todo el mundo,
  el caso de los 
7.000 menores de edad palestinos que Israel tiene tras las rejas desde el año 2000, o el caso de los 
más de 200 centros de detención de inmigrantes en los que la Unión Europea hoy en día recluye a decenas de miles de personas que no han cometido delito alguno, etcétera.
¿Qué chances hay de que el Grupo de Trabajo de la ONU se ocupe  
seriamente sobre esos temas? Ninguna, porque sus miembros son  
totalmente dependientes de los países que cometen esas violaciones a los
  derechos humanos. En el caso de Israel, éste es el más estrecho aliado
  de los Estados Unidos y el mayor receptor de su ayuda militar; además,
  es un miembro de facto de la Unión Europea en virtud de los generosos 
 tratados de libre comercio que unen a ambos países.
Estrellas en ascenso
Nada sucede espontáneamente en el corrupto  universo 
de las instituciones de los "derechos humanos" controladas por  la OTAN.
 Por ejemplo, ¿quién es la persona que envió al Grupo de Trabajo  de la 
ONU la solicitud de investigar el caso de Puracal?
Jared Genser,
  nombrado por la revista National Law Journal como una de las "40  
estrellas emergentes de menos de 40 años en Washington", es el gerente  
de 
Perseus Strategies, LLC y fundador de 
Freedom Now,
  una organización "independiente", "sin fines de lucro", dedicada a  
defender supuestos prisioneros de conciencia en todo el mundo. Gesner  
trabajó para firma de abogados 
DLA Piper LLP y para la famosa consultora 
McKinsey & Company,
  entre cuyos clientes a nivel global se encuentran varias empresas  
multinacionales y gobiernos en todas las esferas, incluso la militar. Un
  detalle en la brillante carrea de esta estrella: En 2006-2007 fue  
profesor invitado en el National Endowment for Democracy (
NED),
  uno de cuyos fundadores, Allen Weinstein, allá por 1991 decía que  
"mucho de lo que hacemos hoy en día lo hacía la CIA de manera  
clandestina hace 25 años". Otro detalle brillante: Entre sus clientes de
  oficio se han encontrado el ex presidente checo Václav Havel, la   
burmesa Aung San Suu Kyi, el nobel chino Liu Xiaobo, el obispo  
sudafricano Desmond Tutu, y el nobel judío-húngaro Elie Wiesel. Graduado
  de prestigiosas universidades como Cornell, Harvard y Michigan, en su 
 currículo no podía faltar un año como becario Raoul Wallenberg en la  
Universidad Hebrea de Jerusalén.
 
Genser es autor de un 
"Comentario y Guía Práctica" sobre el Grupo de la ONU sobre las Detenciones Arbitrarias (a publicarse en 2013) y co-editor de otro sobre 
la doctrina del R2P: "
The Responsibility to Protect: The Promise of Stopping Mass Atrocities in Our Times" (Oxford University Press, 2012).
  ¿Quién fue el editor de ese libro? Pues nada más ni nada menos que el 
 ex ministro de justicia canadiense que envió al presidente Daniel 
Ortega  una inflamada carta exigiendo la liberación inmediata del  
narcotraficante Jason Puracal: Irwin Cotler. Con semejantes  
antecedentes, no es de extrañar que el Gobierno de Nicaragua no le haya 
 hecho caso a esta campaña y que tampoco haya contestado a la carta del 
 Grupo de la ONU sobre Detenciones Arbitrarias. Cuando un grupo de 
amigos  muy influyentes con estrechos contactos con las esferas del 
imperio más  poderoso sobre la tierra inician una campaña de cartas y 
declaraciones  en los medios, eso no constituye un movimiento social, 
sino una  conspiración.
 
El socio de Genser en Perseus Strategies, LLC, un tal 
Chris Fletcher,
  tiene más de agente de la CIA que de abogado idealista: Experto en  
derechos humanos y responsabilidad social corporativa con experiencia en
  la oficina de la ONU, asistió en los juicios contra los Khmeres Rojos 
 en Cambodia y en la ONG 
Oxfam America, entre otros. Además, Fletcher ha participado en actividades del 
Foro Tibet, Gobernanza y Práctica de la 
Universidad de Virginia, un 
conocido centro de reclutamiento de la CIA en el que trabajan profesores que han estado activos en la agencia de inteligencia durante muchos años tales como el 
Frederick P. Hitz,
  de la facultad de derecho. Otras tareas en las que Fletcher ha hecho  
"trabajos temporales": El Departamento de Estado y el Banco Mundial.
 
Perseus Strategies, LLC es una empresa dedicada a ofrecer 
servicios de asesoría legal
 a grandes ONGs, empresas multinacionales y gobiernos en el terreno de  
los derechos humanos, la responsabilidad social empresarial y la  
implementación de la R2P. Sus actividades a menudo incluyen la promoción
  de los intereses de Estados Unidos en diversos países, así como la  
elaboración de diversos documentos para justificar la aplicación de la  
R2P contra países-blanco de las agresiones imperialistas, como el caso  
de Corea del Norte.
 
Paralelamente, o en realidad como una división  
especial de la organización, Genser y Fletcher operan con un  
"movimiento social" sui generis, 
Freedom Now
 que trabaja para liberar a "presos de conciencia" en el mundo dándoles 
 asistencia legal "pro bono", es decir, sin cobrar. Claro, entre 
la lista de defendidos por Freedom Now no aparecen casos como el del ciudadano cubano-estadounidense 
Rene Gonzáles y sus cuatro compañeros cubanos injustamente encarcelados en prisiones de máxima seguridad
 por recabar información para prevenir actos terroristas contra Cuba  
desde Miami. Por cierto, este 13 de agosto, a tres días de dar inicio la
  apelación de Puracal en Nicaragua, 
René González cumplía 56 años
 en algún lugar de los EE.UU. sin poder estar con la mayor parte de su  
familia que vive en Cuba. No, los casos que interesan al grupo de Genser
  y Fletcher no son esos, sino aquellos que van en la línea de  
Washington: disidentes chinos, "activistas" iraníes,  periodistas en  
oscuras regiones del tercer mundo, narcotraficantes estadounidenses en  
países como Nicaragua u otros, por lo general en la mira de las campañas
  difamatorias ordenadas desde la Casa Blanca.
 
Genser es sólo un miembro más de la 
directiva.
  El presidente de Freedom Now es el abogado Jeremy Zucker, ex actuario 
 judicial el Tribunal Penal Internacional y miembro del influyente  
Consejo de Relaciones Exteriores, donde la élite de poder  
estadounidense, tanto demócrata como republicana, decide la política  
exterior de los Estados Unidos. La cubano-estadounidense radicada en  
Noruega, Teresita Alvarez-Bjelland, es una consultora especialista en  
organizaciones "sin fines de lucro" y además directiva de la Asociación 
 Noruego-Estadounidense, posición privilegiada para ejercer presión 
sobre  el Grupo de Trabajo de la ONU, con fuerte influencia noruega. El 
 abogado Peter Magyar, encargado de expandir la actividad de Freedom Now
  en Europa, es un influyente jurista en los campos de las 
privatizaciones  y los mercados internacionales de capitales.
 
Freedom Now 
no defiende a cualquiera.
  Trabajan "estratégicamente", tratando de impulsar cambios políticos en
  los países donde tienen defendidos, para lo cual no se limitan a los  
juzgados y tribunales, sino que desarrollan campañas de propaganda junto
  con todo tipo de actores. Dicen que sólo defienden a prisioneros de  
conciencia, aunque en el caso de Jason Puracal, convicto por  
narcotráfico, es difícil, por no decir imposible, usar ese argumento. En
  resumen, su actividad no es más de una forma de injerencia política de
  los Estados Unidos sobre otros países disfrazada de lucha por los  
derechos humanos.
 
¿Inocencia? ¿Qué inocencia?
Una de las organizaciones más influyentes que han llevado adelante la campaña a favor de Puracal es el grupo denominado 
Innocence Project (Proyecto
  Inocencia), cuya misión es velar por los derechos de los ciudadanos  
estadounidenses injustamente encarcelados dentro y fuera de los Estados 
 Unidos. Además de apoyo mediático, la organización ha dado a Puracal  
apoyo jurídico a través de sus redes de abogados en los Estados Unidos.
 
En la página del magnate estadounidenses de las finanzas George Soros se puede leer que esa organización 
en 2011 recibió una donación de 400 mil dólares
 por dos años para gastos generales de parte del grupo de fundaciones  
"Open Society Foundations" pertenecientes al Open Society Institute de  
Soros.
 
Según investigadores como la estadounidense 
Eva Golinger,
  el Open Society Institute ha participado en la desestabilización de 
los  gobiernos que han resistido la ofensiva post-Unión Soviética. Esta 
 organización fue muy activa en Yugoslavia, Ucrania y Georgia, y trabajó
  estrechamente con Freedom House y el Albert Einstein Institution (AEI)
  en el derrocamiento de los gobiernos en estos países, financiando 
medios  de comunicación y grupos de oposición. Igualmente, el área de 
interés  de la Open Society Institute es Europa del Este y el Cáucaso, 
pero  también está muy activa en África y América Latina.
 
El nuevo director del "imperio filantrópico"  de 
Soros, Christopher Stone, "...tiene una pasión por cambiar las cosas y  
una gran visión y manera de entender cómo construir instituciones y  
reimaginarlas para que perduren", dijo al 
New York Times
 a fines del año pasado Barry C. Scheck, co-director del Proyecto  
Inocencia, famoso por haber sido el abogado defensor de O. J. Simpson en
  un sonado caso en 1995. ¿Inocencia de qué? La organización de Scheck 
no  es más que una más de las decenas de ONGs y otros grupos que Soros 
ha  cooptado en todo el mundo para que sigan la agenda del imperio con 
sumas  millonarias, sólo el año pasado, unos 860 millones de dólares.
 
Experto en quebrar bancos centrales en todo el  mundo
 con sus ataques especulativos contra las divisas, Soros critica  los 
excesos del sistema financiero y aboga por regularlos pero, como él  
dice, "no una regulación excesiva. Los reguladores son seres humanos que
  pueden equivocarse y además son burócratas que toman decisiones de  
manera lenta y subordinada a influencias políticas".
El discurso de Soros respecto a sociedades  abiertas,
 los mercados libres y sus críticas a Bush le han hecho popular  entre 
los demócratas, pero no es progresista. En lo que toca a la  estrategia 
del imperio, Soros es parte de la élite de poder y miembro  del Consejo 
de Relaciones Exteriores, de Bilderberg, del International  Crisis Group
 y de Human Rights Watch, organismos que llevan el timón de  la 
geopolítica estadounidense o proveen de los argumentos de "derechos  
humanos" que hacen posible sus intervenciones.
Los trapos blancos de la DEA
La "recomendación" del Grupo de Trabajo de la  ONU 
sobre las Detenciones Arbitrarias resultó ser una obra de ingeniería  
política de las altas esferas del gobierno estadounidense y del  
complejo corrupto de los derechos humanos mezquinamente politizados. El 
 ex ministro de justicia canadiense que criticó al comandante Daniel  
Ortega, resultó ser un viejo amigo de uno de los operadores de ese  
complejo. La organización de derechos humanos Inocencia Internacional  
resultó ser receptora de los fondos nada inocentes del magnate Soros.  
¿Qué pasa entonces con el apoyo a Puracal del ex jefe de la DEA Tom  
Cash, uno de los hombres que ayudó a enjuiciar al mismísimo Pablo  
Escobar?
Al dejar la DEA, Thomas V. Cash se fue a  trabajar en
 la empresa Kroll, donde pasó a ser jefe de la oficina de  Miami. Entre 
los servicios de esa empresa se encuentra la asesoría a los  gobiernos 
de distintos paraísos fiscales sobre como mejorar su imagen y  lograr 
que los quiten de las listas antilavado de la OECD, un trabajo  que es 
realizado por muchos ex oficiales de inteligencia cuando dejan el  
servicio público y pasan al sector privado. En el caso de Cash, la  
misión asignada por Kroll fue la de ayudar a 
hacerle un lavado de imagen al paraíso fiscal de Antigua,
  es decir, a hacer un trabajo de cosmética financiera para que los  
Pablos Escobares de hoy en día puedan seguir lavando los ingresos del  
narco.
 
Lo que hizo que Cash cayese en desgracia, sin embargo, fue otra cosa. En el pasado mes de junio, el conocido estafador 
R. Allen Stanford fue condenado a 110 años de cárcel al investigarse un 
esquema Ponzi
 por el que en un período de 20 años robó 7 mil millones de dólares a 30
  mil ahorristas a los que prometía tasas de interés fabulosas por sus  
depósitos en el Stanford International Bank en la isla de Antigua. El  
caso había reventado tres años atrás, en 2009, cuando las autoridades  
federales allanaron las oficinas del Sanford Group para investigar el  
fraude. A fines de julio de ese año, 
Cash dejaba su puesto en Kroll.
  ¿La razón? Como consultor, Cash, trabajando para Kroll, le dio a los  
inversionistas la luz verde para que invirtiesen en Stanford, pero nunca
  se preocupó de informarles que su empresa una vez había sido  
"contratada y pagada" como consultora de Stanford, según denunció una  
fundación de electricistas que perdió más de 6 millones de dólares en el
  esquema Ponzi. Cash jamás le informó a los electricistas que Stanford 
 había sido penalizada por la Autoridad Reguladora de la Industria  
Financiera, así como tampoco les informó que un ex-empleado de Stanford 
 había demandado a la empresa con la acusación de que era una estafa.
 
Entre las credenciales de Cash figuraba, según  el 
New York Post, la de haber sido presidente del Comité de Prevención  del
 Fraude de la Asociación Internacional de Banqueros de la Florida.  Dice
 el diario que las conexiones de Cash entre los círculos policiales  de 
ese estado eran tan grandes que un juez asignado a la demanda de los  
electricistas contra Kroll tuvo que renunciar al caso porque había sido 
 amigo personal de él durante muchos años.
Injerencia descarada
El 16 de agosto comenzará la audiencia de  apelación 
en el caso de Jason Puracal. La justicia nicaragüense decidirá  si hay o
 no elementos para declarar nulo el juicio en el que se le  condenó a 22
 años de prisión según los procedimientos establecidos en la  
Constitución y el Código Penal del país. Sin embargo, la manera  
descarada como grupos que no tienen nada que ver con los derechos  
humanos y sí con las redes de injerencia política de los Estados Unidos 
 se dedica a usar el caso para hacer propaganda antinicaragüense no  
favorece en nada a la defensa del reo Puracal.
El caso de la campaña a favor del convicto  
narcotraficante Jason Puracal ilustra a la perfección el nivel de  
corrupción y de manipulación de los derechos humanos por parte de los  
Estados Unidos y sus aliados en el mundo.