martes, 13 de enero de 2015

L@s hipócritas «Somos Charlie»

Tortilla con Sal, 11 de enero 2015

Los ataques terroristas de los últimos días en París han costado la vida a más de una docena de personas así como a los perpetradores de los hechos. Merecen la más rotunda repulsa y condena. Pero también merecen una visión menos ingenua de la realidad concreta de Europa. Algo que no es tan fácil de lograr desde América Latina.

Los asesinatos en Francia son parte de todo un patrón de cinismo e hipocresía ya muy bien conocido en la historia occidental. Es el mismo patrón del sádico racismo que impulsó a Frantz Fanon escribir : “Dejemos esta Europa que jamás se detiene de hablar de la humanidad y sin embargo la asesina en cada vuelta de la calle, en cada rincón del mundo...”

El resultado previsible de los ataques terroristas en Francia ha sido el de inclinar todo el espectro político europeo hacia la derecha. Esto facilita la agenda represiva de las élites corporativas que en efecto son los propietarios de los gobiernos de los países de la OTAN. A nivel doméstico, promueven la desigualdad económica para proteger el control de sus élites del corrupto sistema financiero occidental. En ultramar promueven las más crudas intervenciones en los asuntos internos de otros países y las más brutales agresiones militares.

Desde antes de los ataques en Estados Unidos del 11 de septiembre 2001, la manipulación del tema del terrorismo ha sido una herramienta clave para forzar a las poblaciones de Europa Tortilla con Sal, 11 de enero 2015

Los ataques terroristas de los últimos días en París han costado la vida a más de una docena de personas así como a los perpetradores de los hechos. Merecen la más rotunda repulsa y condena. Pero también merecen una visión menos ingenua de la realidad concreta de Europa. Algo que no es tan fácil de lograr desde América Latina.

Los asesinatos en Francia son parte de todo un patrón de cinismo e hipocresía ya muy bien conocido en la historia occidental. Es el mismo patrón del sádico racismo que impulsó a Frantz Fanon escribir : “Dejemos esta Europa que jamás se detiene de hablar de la humanidad y sin embargo la asesina en cada vuelta de la calle, en cada rincón del mundo...”

El resultado previsible de los ataques terroristas en Francia ha sido el de inclinar todo el espectro político europeo hacia la derecha. Esto facilita la agenda represiva de las élites corporativas que en efecto son los propietarios de los gobiernos de los países de la OTAN. A nivel doméstico, promueven la desigualdad económica para proteger el control de sus élites del corrupto sistema financiero occidental. En ultramar promueven las más crudas intervenciones en los asuntos internos de otros países y las más brutales agresiones militares.

Desde antes de los ataques en Estados Unidos del 11 de septiembre 2001, la manipulación del tema del terrorismo ha sido una herramienta clave para forzar a las poblaciones de Europa y Norte América a aceptar estas políticas en contra de sus propios intereses. Ahora, la "izquierda francesa" hace coro junto a la ultraderecha del Frente Nacional y la "socialdemocracia" del presidente François Hollande en torno a la consigna "Todos somos Charlie", en referencia a Charlie Hebdo, la revista de sátira (en realidad, de provocación sistemática) en la que trabajaban los dibujantes y redactores asesinados esta semana pasada.

Mientras que la secretaria general del Frente Nacional pide que se vuelva a instaurar la pena de muerte para castigar a los culpables de actos similares, los "socialistas" y la "izquierda" piden que no se demonice demasiado a los musulmanes (y, por extensión, a los demás habitantes menos blancos de Francia). Una cosa los une a todos los "franceses de buena casta" y sus homólogos europeos y norteamericanos en estos momentos: Es la idea común de la superioridad occidental por tener "libertad de expresión".

Es con este argumento de la superioridad moral europea que, como es sabido, se han llevado adelante incontables genocidios a lo largo de la historia desde las cruzadas del medioevo hasta las conquistas coloniales y las guerras de independencia del siglo pasado. Las autoridades coloniales francesas en Argelia masacraron en mayo 1945 a decenas de miles de argelinos en respuesta a un levantamiento contra la ocupación francés del país en Sétif. Pero en 1945 casi nadie en Europa fue Setif.

En el mismo Paris en 1961, las autoridades franceses masacraron hasta 200 argelinos en el masacre de la estación del metro de Charonne hacia el final de la guerra de liberación nacional de Argelia. Fue hasta 1998 que se llevaron a la justicia a unos de los responsables de ese masacre y que se permitió hablar con más franqueza de lo que durante mucho tiempo las autoridades franceses negaron a reconocer como una guerra en Argelia. Ahora mucha gente en Europa quieren que tod@s seamos “Charlie Hebdo” como si la violencia política en Europa o Norte America fuera una aberración poco conocida en vez de un fenómeno bastante común.

En tiempos modernos, quizás es Irlanda la que ha sido el caso más notorio de violencia política prolongada. ¿Y cuántos europeos eran Derry en 1972 cuando las fuerzas armadas del gobierno británico asesinaron a 14 civiles irlandeses e hirieron a 17? ¿Y quiénes eran Ballymurphy en 1971 cuando fuerzas del gobierno británico asesinaron a 11 civiles irlandeses e hirió a un número todavía desconocido? En octubre 1993, ¿Quiénes fueron Greysteel, cuando terroristas asesinaron a ocho allí, hiriendo a una docena más? ¿O en Omagh 1998 cuando terroristas estallaron una bomba que asesinó a veintinueve e hirió a más de 200 personas?

La violencia política no es algo fuera de lo normal en el contexto de la historia doméstica de los países europeos y norteamericanos. A nivel global, los occidentales desde hace siglos declararon la guerra contra los demás pueblos del mundo. Sistemáticamente han usado el genocidio y la violencia política para, primero lograr, y luego defender, su dominio global político y económico. Lo que ha cambiado desde el fin de la Segunda Guerra mundial es el aumento todavía mayor del cinismo, el sadismo y la hipocresía con la que los poderes occidentales han abusado el derecho internacional y las instituciones internacionales de la ONU para lograr sus objetivos.

Ese cinismo y oportunismo político se ve en diversos acontecimientos a lo largo y ancho de la Unión Europea, donde una serie de partidos xenófobos y racistas han hecho grandes progresos en los últimos años, llegando incluso en algunos casos a amenazar con conquistar el gobierno (caso del Frente Nacional en Francia) o en otros, con convertirse en el comodín de parlamentos divididos, condenados a designar perennes gobiernos de minorías (caso de Suecia). Lo mismo pasa en Dinamarca con el Danske Folkparti de la extrema derecha que mantiene niveles de apoyo electoral de alrededor de 15% a nivel nacional.

Fue en Dinamarca, en el año 2006, que el diario de derecha Jyllands Posten publicó una serie de caricaturas que retrataban al profeta Mahoma de una manera que no solo denigraba al Islam, sino a toda la gente del Oriente Medio, presentándola como atrasada y propensa al terrorismo. Esas mismas caricaturas, que ofendieron a millones de musulmanes en todo el mundo, fueron reproducidas por el semanario francés víctima del ataque terrorista de esta semana pasada en París, Charlie Hebdo. La publicación de las caricaturas se dio en un contexto de persecución en masa contra los musulmanes, con incendios de mezquitas, malos tratos y un clima de "vale todo" en contra de estos grupos en Europa.

En Noruega en 2011, el terrorista Anders Behring Breivik mató a 77 personas e hirió a más de 100 en un ataque contra un campamento de jóvenes socialdemócratas en la isla de Utøya. El objetivo del ataque era según Breivik el de "matar a todo el gobierno" de su país por su supuesta permisividad hacia los musulmanes. En Suecia, el artista-provocador Lars Vilks fabricaba perros de madera a los que ponía la cara del profeta Mahoma y colocaba en las rotondas del país escandinavo. Una serie de caricaturas antimusulmanas de Vilks provocó fuertes reacciones dentro y fuera del país escandinavo. En el año 2010, un terrorista ario se dedicaba a dispararle a decenas de inmigrantes escogidas al azar en la ciudad de Malmö, matando e hiriendo a varios.

Según la Encuesta Sobre las Minorías y la Discriminación (EU-MIDIS) del año 2008, más de la cuarta parte de los 23.500 inmigrantes y miembros de minorías étnicas consultados reportaron haber sido víctimas de delitos contra la persona por "motivos racistas" durante los últimos 12 meses. Se trataba de actos de violencia, amenazas o maltrato grave. La lista era encabezada por gitanos, africanos (del norte y el sur del Sahara), turcos, europeos del este y árabes. La estadística no destaca el número total de musulmanes, pero dada la lista de nacionalidades se puede presumir que éstos fueron la gran mayoría de los casos.

En España, Italia y Alemania y el Reino Unido los ataques contra los inmigrantes desde fuera de Europa y especialmente los ataques islamófobos son una característica constante en las estadísticas oficiales (por ej. "Extractos de los informes del Observatorio Europeo del Racismo y Xenofobia (EUMC )”). No se han visto manifestaciones del mismo tamaño ante los constantes asesinatos de africanos y árabes en Europa como las que se han visto esta semana a propósito de la masacre del Charlie Hebdo. La explicación oficial de esta diferencia entre las reacciones a los asesinatos racistas por europeos y al ataque contra los periodistas del semanal de caricaturas es que el masacre de los periodistas se interpreta como un ataque a la libertad de expresión.

En verdad, la libertad de expresión en Europa es tanto un complejo mito de cuidadosa fabricación cultural, como un campo de feroz batalla política y social. Los apologistas occidentales lo blanden como una prueba de la superioridad de sus sociedades. El mundo mayoritario lo ve como otra hipocresía más del Occidente, un supuesto beneficio que, si acaso existe, lo hace a cuentas de siglos de explotación y genocidio occidental de los demás pueblos del mundo.

En principio, en Europa y Norte América hay libertad de decir cualquier cosa solamente en base a la marginalización total de las críticas consecuentes antiimperialistas y anticolonialistas en las propias sociedades occidentales. Esto ha sido todavía más evidente, especialmente desde la derrota de Israel en el Líbano en 2006, en el caso de las críticas que cuestionan el apoyo occidental al genocidio en cámara lenta de parte de los gobiernos sionistas de Israel contra el pueblo palestino. En la práctica, la libertad de expresión se traduce en una libertad (e impunidad) para todo tipo de ultrajes dirigidos contra minorías, especialmente extra-europeas y sobre todo hoy en día, musulmanas o presuntamente "árabes".

El atentado contra el semanario Charlie Hebdo, así como el asesinato de dos oficiales de policía y el secuestro de clientes de un negocio judío que tuvieron lugar esta semana pasada son condenables. Pero nada tienen que ver con la libertad de expresión, ni tampoco, hay que decirlo, con el Islam y los musulmanes. Es un capítulo más de la "Guerra de las Civilizaciones" inventada por las y los estrategas del imperio para contrarrestar la previsible debacle del sistema occidental de dominación global, ahora en acelerada marcha adelante. Es una estrategia cuya implementación desde hace mucho tiempo ha revelado de la manera más clara que los mismos medios occidentales son colaboradores entusiastas de los ataques de guerra psicológica orientados por sus gobiernos.

Esa guerra se dirige contra los diferentes blancos identificados de un momento a otro como enemigos del Occidente – últimamente Laurent Gbagbo, Muammar al Gaddafi, Hugo Chávez, Bashar al-Assad, Vladimir Putin. En el caso del Islam y los musulmanes es muy conveniente que los hechos recientes en Francia se interpreten como una manifestación de la rabia de los musulmanes por la bárbara opresión colonial de Occidente. Así se plantea el problema en los mismos términos que los planificadores de las guerras occidentales de agresión desean. Es decir, se plantea el terrorismo como un problema árabe y / o musulmán, cuando en realidad es un problema - hay que decirlo con todas la letras – occidental.

Fue el gobierno estadounidense junto con sus aliados europeos y árabes el que financió y entrenó a Bin Laden y Al Qaeda, de la misma manera que desde hace mucho tiempo ha validado, sostenido y manipulado a las fuerzas terroristas en Libia, Siria y ahora Iraq. Los que hoy se identifican con Charlie Hebdo de una u otra manera han ratificado el apoyo de sus gobiernos a esas fuerzas terroristas. En efecto, al identificarse de esa manera, se identifican también con la siniestra sombra terrorista de las mismas políticas de sus gobiernos que los dirigentes occidentales ocupan para justificar sus políticas de represión a nivel doméstico y sus bárbaras agresiones militares en ultramar.y Norte América a aceptar estas políticas en contra de sus propios intereses. Ahora, la "izquierda francesa" hace coro junto a la ultraderecha del Frente Nacional y la "socialdemocracia" del presidente François Hollande en torno a la consigna "Todos somos Charlie", en referencia a Charlie Hebdo, la revista de sátira (en realidad, de provocación sistemática) en la que trabajaban los dibujantes y redactores asesinados esta semana pasada.

Mientras que la secretaria general del Frente Nacional pide que se vuelva a instaurar la pena de muerte para castigar a los culpables de actos similares, los "socialistas" y la "izquierda" piden que no se demonice demasiado a los musulmanes (y, por extensión, a los demás habitantes menos blancos de Francia). Una cosa los une a todos los "franceses de buena casta" y sus homólogos europeos y norteamericanos en estos momentos: Es la idea común de la superioridad occidental por tener "libertad de expresión".

Es con este argumento de la superioridad moral europea que, como es sabido, se han llevado adelante incontables genocidios a lo largo de la historia desde las cruzadas del medioevo hasta las conquistas coloniales y las guerras de independencia del siglo pasado. Las autoridades coloniales francesas en Argelia masacraron en mayo 1945 a decenas de miles de argelinos en respuesta a un levantamiento contra la ocupación francés del país en Sétif. Pero en 1945 casi nadie en Europa fue Setif.

En el mismo Paris en 1961, las autoridades franceses masacraron hasta 200 argelinos en el masacre de la estación del metro de Charonne hacia el final de la guerra de liberación nacional de Argelia. Fue hasta 1998 que se llevaron a la justicia a unos de los responsables de ese masacre y que se permitió hablar con más franqueza de lo que durante mucho tiempo las autoridades franceses negaron a reconocer como una guerra en Argelia. Ahora mucha gente en Europa quieren que tod@s seamos “Charlie Hebdo” como si la violencia política en Europa o Norte America fuera una aberración poco conocida en vez de un fenómeno bastante común.

En tiempos modernos, quizás es Irlanda la que ha sido el caso más notorio de violencia política prolongada. ¿Y cuántos europeos eran Derry en 1972 cuando las fuerzas armadas del gobierno británico asesinaron a 14 civiles irlandeses e hirieron a 17? ¿Y quiénes eran Ballymurphy en 1971 cuando fuerzas del gobierno británico asesinaron a 11 civiles irlandeses e hirió a un número todavía desconocido? En octubre 1993, ¿Quiénes fueron Greysteel, cuando terroristas asesinaron a ocho allí, hiriendo a una docena más? ¿O en Omagh 1998 cuando terroristas estallaron una bomba que asesinó a veintinueve e hirió a más de 200 personas?

La violencia política no es algo fuera de lo normal en el contexto de la historia doméstica de los países europeos y norteamericanos. A nivel global, los occidentales desde hace siglos declararon la guerra contra los demás pueblos del mundo. Sistemáticamente han usado el genocidio y la violencia política para, primero lograr, y luego defender, su dominio global político y económico. Lo que ha cambiado desde el fin de la Segunda Guerra mundial es el aumento todavía mayor del cinismo, el sadismo y la hipocresía con la que los poderes occidentales han abusado el derecho internacional y las instituciones internacionales de la ONU para lograr sus objetivos.

Ese cinismo y oportunismo político se ve en diversos acontecimientos a lo largo y ancho de la Unión Europea, donde una serie de partidos xenófobos y racistas han hecho grandes progresos en los últimos años, llegando incluso en algunos casos a amenazar con conquistar el gobierno (caso del Frente Nacional en Francia) o en otros, con convertirse en el comodín de parlamentos divididos, condenados a designar perennes gobiernos de minorías (caso de Suecia). Lo mismo pasa en Dinamarca con el Danske Folkparti de la extrema derecha que mantiene niveles de apoyo electoral de alrededor de 15% a nivel nacional.

Fue en Dinamarca, en el año 2006, que el diario de derecha Jyllands Posten publicó una serie de caricaturas que retrataban al profeta Mahoma de una manera que no solo denigraba al Islam, sino a toda la gente del Oriente Medio, presentándola como atrasada y propensa al terrorismo. Esas mismas caricaturas, que ofendieron a millones de musulmanes en todo el mundo, fueron reproducidas por el semanario francés víctima del ataque terrorista de esta semana pasada en París, Charlie Hebdo. La publicación de las caricaturas se dio en un contexto de persecución en masa contra los musulmanes, con incendios de mezquitas, malos tratos y un clima de "vale todo" en contra de estos grupos en Europa.

En Noruega en 2011, el terrorista Anders Behring Breivik mató a 77 personas e hirió a más de 100 en un ataque contra un campamento de jóvenes socialdemócratas en la isla de Utøya. El objetivo del ataque era según Breivik el de "matar a todo el gobierno" de su país por su supuesta permisividad hacia los musulmanes. En Suecia, el artista-provocador Lars Vilks fabricaba perros de madera a los que ponía la cara del profeta Mahoma y colocaba en las rotondas del país escandinavo. Una serie de caricaturas antimusulmanas de Vilks provocó fuertes reacciones dentro y fuera del país escandinavo. En el año 2010, un terrorista ario se dedicaba a dispararle a decenas de inmigrantes escogidas al azar en la ciudad de Malmö, matando e hiriendo a varios.

Según la Encuesta Sobre las Minorías y la Discriminación (EU-MIDIS) del año 2008, más de la cuarta parte de los 23.500 inmigrantes y miembros de minorías étnicas consultados reportaron haber sido víctimas de delitos contra la persona por "motivos racistas" durante los últimos 12 meses. Se trataba de actos de violencia, amenazas o maltrato grave. La lista era encabezada por gitanos, africanos (del norte y el sur del Sahara), turcos, europeos del este y árabes. La estadística no destaca el número total de musulmanes, pero dada la lista de nacionalidades se puede presumir que éstos fueron la gran mayoría de los casos.

En España, Italia y Alemania y el Reino Unido los ataques contra los inmigrantes desde fuera de Europa y especialmente los ataques islamófobos son una característica constante en las estadísticas oficiales (por ej. "Extractos de los informes del Observatorio Europeo del Racismo y Xenofobia (EUMC )”). No se han visto manifestaciones del mismo tamaño ante los constantes asesinatos de africanos y árabes en Europa como las que se han visto esta semana a propósito de la masacre del Charlie Hebdo. La explicación oficial de esta diferencia entre las reacciones a los asesinatos racistas por europeos y al ataque contra los periodistas del semanal de caricaturas es que el masacre de los periodistas se interpreta como un ataque a la libertad de expresión.

En verdad, la libertad de expresión en Europa es tanto un complejo mito de cuidadosa fabricación cultural, como un campo de feroz batalla política y social. Los apologistas occidentales lo blanden como una prueba de la superioridad de sus sociedades. El mundo mayoritario lo ve como otra hipocresía más del Occidente, un supuesto beneficio que, si acaso existe, lo hace a cuentas de siglos de explotación y genocidio occidental de los demás pueblos del mundo.

En principio, en Europa y Norte América hay libertad de decir cualquier cosa solamente en base a la marginalización total de las críticas consecuentes antiimperialistas y anticolonialistas en las propias sociedades occidentales. Esto ha sido todavía más evidente, especialmente desde la derrota de Israel en el Líbano en 2006, en el caso de las críticas que cuestionan el apoyo occidental al genocidio en cámara lenta de parte de los gobiernos sionistas de Israel contra el pueblo palestino. En la práctica, la libertad de expresión se traduce en una libertad (e impunidad) para todo tipo de ultrajes dirigidos contra minorías, especialmente extra-europeas y sobre todo hoy en día, musulmanas o presuntamente "árabes".

El atentado contra el semanario Charlie Hebdo, así como el asesinato de dos oficiales de policía y el secuestro de clientes de un negocio judío que tuvieron lugar esta semana pasada son condenables. Pero nada tienen que ver con la libertad de expresión, ni tampoco, hay que decirlo, con el Islam y los musulmanes. Es un capítulo más de la "Guerra de las Civilizaciones" inventada por las y los estrategas del imperio para contrarrestar la previsible debacle del sistema occidental de dominación global, ahora en acelerada marcha adelante. Es una estrategia cuya implementación desde hace mucho tiempo ha revelado de la manera más clara que los mismos medios occidentales son colaboradores entusiastas de los ataques de guerra psicológica orientados por sus gobiernos.

Esa guerra se dirige contra los diferentes blancos identificados de un momento a otro como enemigos del Occidente – últimamente Laurent Gbagbo, Muammar al Gaddafi, Hugo Chávez, Bashar al-Assad, Vladimir Putin. En el caso del Islam y los musulmanes es muy conveniente que los hechos recientes en Francia se interpreten como una manifestación de la rabia de los musulmanes por la bárbara opresión colonial de Occidente. Así se plantea el problema en los mismos términos que los planificadores de las guerras occidentales de agresión desean. Es decir, se plantea el terrorismo como un problema árabe y / o musulmán, cuando en realidad es un problema - hay que decirlo con todas la letras – occidental.

Fue el gobierno estadounidense junto con sus aliados europeos y árabes el que financió y entrenó a Bin Laden y Al Qaeda, de la misma manera que desde hace mucho tiempo ha validado, sostenido y manipulado a las fuerzas terroristas en Libia, Siria y ahora Iraq. Los que hoy se identifican con Charlie Hebdo de una u otra manera han ratificado el apoyo de sus gobiernos a esas fuerzas terroristas. En efecto, al identificarse de esa manera, se identifican también con la siniestra sombra terrorista de las mismas políticas de sus gobiernos que los dirigentes occidentales ocupan para justificar sus políticas de represión a nivel doméstico y sus bárbaras agresiones militares en ultramar.

jueves, 8 de enero de 2015

Nicaragua: La hora del futuro luminoso

Jorge Capelán, RLP / TcS.

El 10 de enero celebramos un aniversario más de esta Segunda Etapa de la Revolución Popular Sandinista que arrancó en 2007 con el Gobierno de Reconciliación y Unidad encabezado por el presidente-comandante Daniel Ortega Saavedra. En los ocho años que han pasado desde entonces, el país ha cambiado profundamente.

 ¿Quién con edad suficiente no recuerda cómo eran las cosas allá por el año 2005? ¿Quién no recuerda los apagones, la falta de agua, los buses haciéndose pedazos por las calles y las carreteras?

Recuerdo un recorrido que en aquellos días hicimos con los compañeros de la Red de Defensa del Consumidor por los barrios de la zona sur de Managua para conocer la situación del agua potable: Los que tenían el servicio apenas recibían un par de horas de agua al día. Mucha gente no tenía acceso a ella y debía comprarla de pipas o acarrearla desde varias cuadras de distancia. (En 2002, sólo el 20% de la población tenía acceso a saneamiento de aguas residuales. En 2012 ya se había llegado al 49% y el país era el de mayor cobertura en Centroamérica. Hoy debemos andar por el 80% o tal vez más.)

¿Quién no recuerda las perennes protestas ante estos y muchos otros problemas? ¿Quién no recuerda a los miles de afectados por el pesticida Nemagón, que año tras año acampaban frente a la Asamblea Nacional? (Hoy, muchos de ellos han recibido Casas Para el Pueblo en ese mismo lugar en el que ayer padecían por las enfermedades, el hambre, la sed y el polvo.)

¿Quién no se acuerda de tantos lugares en el país, tanto en la Capital como en los departamentos, en los que era peligroso salir de noche por la delincuencia? ¿Quién no se acuerda de l@s chavalit@s pequeñ@s pidiendo en los semáforos? ¿Quién no se acuerda de l@s niñ@s que vendían chicles y cigarros en los bares del Malecón de Managua? (Hoy, niñ@s como es@s van a la escuela, donde además tienen por lo menos garantizada la merienda, y el Ministerio de la Familia y la Promotoría Social Solidaria realizan planes de acción para que sus familias no tengan que mandarl@s a trabajar.)

En el año 2006, Nicaragua era el país de los apagones, de la falta de perspectivas y de la desesperanza. Ocho años más tarde, se ha convertido en el país con futuro y luminosas expectativas: No solamente el Gran Canal Interoceánico, que cambiará profundamente el perfil de la sociedad, sino otras obras actualmente en construcción como la represa de Tumarín, la Refinería Supremo Sueño de Bolívar, que será la  mayor de Centroamérica cuando esté lista en 2017, y el satélite de telecomunicaciones Nicasat 1, que entrará en órbita ese mismo año.

La pobreza en general pasó del 48.3 % en 2005 a un 40.5 % en 2013, mientras que la pobreza extrema pasó de 17.2 % a 9.5 % en esos ocho años, para una disminución de 7.8 y 7.7 por ciento, respectivamente. El Presupuesto General que se destina para reducir la pobreza ha incrementado considerablemente, mientras que el gasto social (salud, educación, vivienda, servicios básicos), pasó de C$4,247.7 millones en 2006 a por lo menos 32.096 millones en 2014. En 2011, el país alcanzó el segundo lugar en disminución de la desigualdad en América Latina, solo detrás de Venezuela.

Los logros del gobierno sandinista en materia de soberanía nacional merecen una mención especial: Durante la mayor parte de su historia, Nicaragua ha visto cómo su territorio se achicaba ante la codicia de sus propios vecinos, a menudo alentados por las potencias coloniales de turno. Con costas en ambos océanos pero arrinconada en el Caribe a causa del expansionismo colombiano, Nicaragua logró bajo el gobierno del Comandante Daniel Ortega, recuperar unos 90.000 kilómetros cuadrados gracias al fallo de la Corte Internacional de La Haya. Asiminismo, la decisión de ejercer la soberanía del país sobre el Río San Juan, impulsando su dragado e importantes obras de desarrollo, ha puesto fin a un proceso paulatino de anexión por parte de Costa Rica.

Nunca Nicaragua había sido tan respetada internacionalmente como hoy: Un nicaragüense, el Padre Miguel D'Escoto, fue presidente de la Asamblea General de la ONU, y el país está representado en varios de los órganos de esa organización, como el Comité por la Descolonización, el Foro Permanente de Cuestiones Indígenas, la Comisión de Desarrollo Sostenible y el Comité de Organizaciones No-Gubernamentales - órganos para los que Nicaragua ha resultado electa por los demás estados miembros.

Como miembro del ALBA y Petrocaribe, Nicaragua es hoy un actor central en la construcción de Nuestra América y un activo promotor de la integración centroamericana. En la era neoliberal, Nicaragua era un país en gran medida tutelado por Washington y alineado a sus caprichos. A partir del año 2007 se comenzó a diversificar las relaciones internacionales al punto tal de que hoy el país tiene relaciones con un número récord de Estados.

Una de las tareas más urgentes del Comandante Daniel Ortega cuando asumió el gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional en enero de 2007, era acabar con los apagones. Una, dos o más veces al día se iba la luz por dos tres o más horas cada vez. En aquel etonces, solo 54.83% de los hogares, apenas poco más de la mitad, tenía acceso al servicio.

Hoy, ocho años más tarde, la cobertura alcanza el 80.42% y en los próximos años no habrá familia sin luz en su casa. Los apagones son un recuerdo del pasado y las relaciones de los consumidores con la empresa distribuidora de energía se han normalizado. Comunidades pobres en el campo y la ciudad, donde la gente vivía a oscuras, hoy cuentan con servicio de alumbrado, pueden ver televisión o estudiar por la noche y refrigerar sus alimentos.

Pero eso es apenas la punta del iceberg en lo que respecta a la energía: Antes del gobierno sandinista, apenas 25% de la electricidad generada en el país provenía de fuentes limpias. Hoy, la generación de energía de fuentes renovables alcanza a más del 50% y el país está entre los líderes latinoamericanos en esa área. La meta es llegar a un 90% de energía a partir de fuentes renovables para el 2017.

En 2006, la economía de Nicaragua era una de las de menor crecimiento en América Latina, con 3.5%. En estos últimos 8 años de gobierno sandinista, el país ha tenido tasas de entre 4 y 5% (excepto en 2009, el año de la crisis) lo que la ha ubicado encima del promedio latinoamericano y a la cabeza de Centroamérica. Uno de los factores tras este positivo desarrollo ha sido la capacidad del país para atraer inversión externa, que entre 2006 y 2013 aumentaron 431%.

Otra área que ha experimentado un crecimiento explosivo durante estos últimos 8 años son las telecomunicaciones. Antes, las dos grandes empresas Claro y Movistar hacían lo que querían y cobraban las tarifas que querían. Eso ha venido cambiando con la entrada al país de la empresa rusa Yota y la china Xinwei. En 2005 sólo 21% de la gente tenía teléfono celular. En 2014, el número de abonados (de pre y post-pago) era 112% el número de habitantes, es decir, que hay más abonados que gente.

No se pueden lograr estas cosas si el trabajo no fortalece su posición con respecto al capital: Por ejemplo, el empleo formal aumentó en 8% en 2013, el aumento más alto (y por segundo año consecutivo) de América Latina y el Caribe según la OIT y la CEPAL.  Mientras tanto, el salario mínimo real subió un 40.67% desde 2007. Sólo en los primeros cuatro años de gobierno sandinista, el número de sindicatos de primer nivel registrados ante el Ministerio del Trabajo pasó de 400 a 600, es decir, un aumento del 50%. En los primeros cinco años, las cooperativas pasaron de 1,772 a 4,129. El sector asociativo de la economía controla más de la mitad del PIB y como el 70% de la fuerza de trabajo.

Estos datos no son casualidad, sino producto de un pueblo, una sociedad y una dirigencia políticas que han sacado sus lecciones de la historia. ¿Qué dicen las últimas encuestas de opinión acerca de lo que piensan l@s nicaragüenses? Trátese de M&R, Gallup u otra, todas coinciden en que una sólida mayoría de la población aprueba el rumbo que toma el país. Tomemos por ejemplo el caso del Canal Interoceánico: Según M&R, más de 7 de cada tres nicaragüenses lo apoya, mientras que solo un@ de cada 10 se le opone de plano. Más o menos esas son las cifras de aprobación para el presidente Daniel Ortega y para la compañera Rosario Murillo.

Si fuésemos a hacer un recuento de todo lo que se ha hecho en estos ocho años necesitaríamos cientos de páginas: si fuésemos a hablar acerca de cómo ha bajado la mortalidad materno-infantil, del poder que han conquistado las compañeras mujeres a todos los niveles, si fuésemos a hablar acerca de la reconquista de la Seguridad Social por el pueblo, de los avances en materia de Defensa Civil, de los parques infantiles que florecen a lo largo y ancho de nuestra geografía, y de tantas otras cosas, podríamos pasarnos horas y días.

Lo cierto es que se trata de un proceso en el que no transcurre semana sin que algo cambie para mejor. Podrá ser algo pequeño, incluso insignificante, pero cuando uno mira para atrás y ve el conjunto de los pequeños (y a veces grandes) cambios a lo largo de los años se da cuenta de lo mucho que se ha transformado Nicaragua.

El presidente-comandante Daniel Ortega y la compañera Rosario Murillo han logrado escuchar a todos los sectores de la sociedad nicaragüense y a partir de ese contacto con la realidad nacional, así como de un enorme compromiso, de una gran atención a la realidad regional y global, y de una inquebrantable fidelidad a los principios históricos de la lucha sandinista, han logrado ir conduciendo el país a algo con lo que ni siquiera los más optimistas soñaban hace ocho años: Un país con una alternativa clara y concreta, en vías de realización, para salir de la pobreza.

En sus casi 200 años de vida independiente, el pueblo nicaragüense ha pasado por guerras civiles, intervenciones militares, dictaduras sanguinarias, guerras genocidas de "baja" intensidad, bloqueos, así como gobiernos entreguistas y cleptómanos, etcétera, sin mencionar los diversos tipos de desastres naturales propios de esta porción de la geografía nuestroamericana pero cuyos efectos son agravados por el saqueo y la rapiña de los poderosos... era hora ya de que le tocase el momento del futuro luminoso, que es el momento en el que entramos ahora.