viernes, 27 de enero de 2012

Sin Beatriz y sin OEA

Por Jorge Capelán, RLP/TcS.

La congresista gusano-estadounidense Ileana Ros-Lehtinen está loca de atar.

Según una nota de su corresponsal en Miami que publica este viernes el diario local La Pren-CIA S.A., la trístemente célebre agitadora en favor de las causas más reaccionarias confía en que la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, algún día "entre en razón" y se pliegue a la campaña contra Nicaragua que promueve ese atajo de esperpentos ideológicos que en la Unai llaman Partido Republicano.

Ros-Lehtinen le dijo a La Pren-CIA que es muy importante que líderes de Latinoamérica no reconozcan al gobierno de Nicaragua, a pesar de que todos lo han hecho ya.

“Por ejemplo -líderes- como la Presidenta de Brasil, -Dilma Rousseff- que es una persona que tiene mucho peso internacional, adopte esta actitud -reconocer que en Nicaragua- no existe un gobierno legítimo que le arrebata los poderes al pueblo, estoy optimista que ya han cambiado un poco el tono y que hay convencimiento que en Nicaragua hubo fraude”, dijo Ros-Lehtinen.

Parece que la Ros-Lehtinen no sale mucho, por lo menos no más allá de Miami. Si no se hubiese dado cuenta de que la presidenta de Brasil, sexta economía mundial, ahora por delante de Gran Bretaña, esta misma semana decidió ignorar olímpicamente la reunión del club capitalista mundial de Davos para presidir un Foro Social en la ciudad de Porto Alegre. ¿Para qué visitar un barco que se hunde? debe haber razonado la mandataria brasileña.

Parafraseando a Chávez, Rousseff le respondería a Lehtinen: "Águila no come mosca, diputada".

La Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC), en la que, a diferencia de la enferma terminal OEA, no participan ni los Estados Unidos ni Canadá, en su Comunicado Especial sobre la lucha contra el terrorismo dice con todas las letras que los Estados Miembros condenan el atentado cometido en 1976 por Luis Posada Carriles que costó la vida a 73 civiles cubanos y demandan a los Estados Unidos que extraditen a ese terrorista, el más notorio del hemisferio occidental.

Sería divertido ver a la reaccionaria congresista dirigirse a la CELAC para tocar el tema de las "fraudulentas elecciones en Nicaragua" y en lugar de ello tener que responder incómodas preguntas acerca de su papel como Presidenta de honor del club que recauda fondos para pagar gastos legales de Luis Posada Carriles. Cuidado y hasta le preguntan por su apoyo al Golpe de Estado en Honduras, en especial al hoy cadáver político y golpista Roberto Micheletti.

Ros-Lehtinen no es sino una más de esas moscas (eso sí, gordas) que enfurecidas presionan a la maltrecha administración Obama en las direcciones más reaccionarias dentro y fuera de los Estados Unidos. A pesar de todo, no ganarán la Casa Blanca, ya que una mayoría de los estadounidenses prefieren el desastre de Obama a los republicanos. Obama y Clinton saben que juegan con fuego al ceder a las presiones de gente como Lehtinen. Se podrían quedar "sin Beatriz y sin OEA".

jueves, 26 de enero de 2012

Tranquilos pero atentos

Por Jorge Capelán, Radio La Primerísima, Tortilla conSal.
Las recientes declaraciones del Departamento de Estado sobre Nicaragua no deben ser exageradas; aún está por verse lo que puedan significar en la práctica.
Medios locales, haciéndose eco de las agencias de la dictadura mediática, afirman que "Estados Unidos revisará la política de ayuda a Nicaragua y llevará a cabo un 'escrutinio agresivo' de los préstamos" de los organismos internacionales al país.
Sin embargo, una lectura detenida del comunicado original del Departamento de Estado no revela nada nuevo en cuanto al discurso oficial de Washington.
Según la nota original del Departamento de Estado, "el informe de la OEA (sobre las elecciones) provee la base para que la OEA evalúe todas las iniciativas disponibles para fortalecer la democracia en Nicaragua, consistentes con los principios de la Carta Democrática Interamericana".
Esta postura no es diferente de la que los Estados Unidos y sus megáfonos dentro y fuera del país han sostenido desde hace tiempo.
Nicaragua en su momento repudió el informe elaborado por el argentino Dante Caputo, un hombre de dudosas credenciales democráticas, que en su país natal apoyó las leyes de Obediencia Debida y Punto Final que impidieron juzgar a los responsables del genocidio de 30 mil de sus compatriotas durante la dictadura de los años 70. Por cierto, esas leyes han sido anuladas por la justicia argentina con un fuerte apoyo de toda la sociedad.
Además, el Departamento de Estado agrega que "trabajaremos con nuestros socios en Las Américas y en otros lugares para llevar adelante tal evaluación, de manera de responsabilizar al Gobierno de Nicaragua por la aplicación a tiempo de las recomendaciones del informe" a la vez que dicen esperar los resultados del informe de la Unión Europea sobre las elecciones.
Resulta difícil creer que los Estados Unidos puedan convencer a la gran cantidad de "socios" que dicen tener en el mundo para que cambien los profusos y efusivos mensajes de felicitación enviados por países de los más diversos signos políticos al Gobierno de Nicaragua a raíz de las elecciones del 6 de noviembre.
El pronunciamiento de Hilary Clinton no dice nada acerca de nuevas medidas para dificultar la ayuda a Nicaragua; sólo menciona que continuará haciendo todo lo que ha hecho hasta el momento para lograrlo:
"Como parte de una revisión de nuestra asistencia y política hacia Nicaragua, los Estados Unidos continuarán aplicando un escrutinio agresivo a los préstamos para proyectos en el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial, y nos opondremos a cualquier propuesta de préstamos que no cumpla con los altos niveles de exigencia de esas instancias, o que no provea suficiente impacto de desarrollo".
Por último, su reafirmación de que "continuaremos apoyando a la sociedad civil y promoviendo los derechos humanos en Nicaragua" no hace sino hundir aún más en el desprestigio a los grupos que apoya a nivel interno.
Con su comunicado, la Secretaria de Estado Hilary Clinton eleva la parada retórica en una coyuntura marcada por la campaña de guerra contra Irán y por las presiones de los republicanos contra la administración de Obama, pero los Estados Unidos no pueden hacer como si no existiese la CELAC, como si la OEA no estuviese cada vez más debilitada y como si el mundo no se estuviese moviendo cada vez más hacia la multipolaridad.

viernes, 20 de enero de 2012

Una democracia al servicio de la dictadura del mercado

Por Jorge Capelán, RLP/TcS.

El presidente Daniel Ortega comentó el jueves la decisión del ultraliberal ministro alemán de cooperación, Dirk Niebel, de recortar la ayuda de su país a Nicaragua en el sentido de que el funcionario germano "concibe la ayuda al desarrollo como la aplicación del dogma neoliberal".
"El régimen nicaragüense tiene que asumir las consecuencias de su forma cada vez más autocrática de gobernar", justificó la decisión Niebel el martes.
Sin embargo, para el presidente Ortega la decisión del ministro no estaba motivada por una preocupación sobre el estado de la democracia en el pais, sino porque, según dijo, Niebel "es un funcionario del Gobierno Alemán que viene de una de esas grandes empresas que predican y practican el capitalismo salvaje".
En su discurso durante una entrega de títulos de propiedad en Managua, el comandante Daniel Ortega afirmó que el gobierno alemán estaba totalmente penetrado por intereses que promueven el dogma del mercado.
Nada más cercano a la realidad, ya que el concepto de democracia que maneja la Canciller Ángela Merkel, es claro al respecto.
El año pasado, la mandataria acuñó un nuevo concepto, el de "democracia adaptada al mercado".
A inicios de septiembre, Merkel fue preguntada por los periodista durante una conferencia de prensa, si no temía que la influencia del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), resultase en que el Bundestag y todos los demás parlamentos nacionales en Europa pronto llegaran a tener voz y voto en todas las decisiones importantes por adelantado.
A esto, la canciller respondió acuñando un concepto propio de democracia, fuertemente criticado en su país:
"Esta es una democracia parlamentaria. Por lo tanto, la ley de presupuesto es una atribución fundamental del Parlamento. Por lo tanto, vamos a buscar maneras de hacer que la participación parlamentaria sea de tal manera que aún así se adapte al mercado y, para que se envíen las señales apropiadas a los mercados."
También dijo Merkel que según ella, los políticos alemanes eran "conscientes de esa responsabilidad" (de obedecer al mercado y no a sus electores).
"Pero en Europa tenemos que buscar una manera de que, aunque tengamos varios países, igual se haga lo correcto", agregó.
¿"Tenemos"? ¿Quiénes? ¿Ella y Sarkozy? ¿Ella y los bancos? ¿Bilderberg? Evidentemente que no los alemanes que la eligieron… ¿"Buscar una manera"? ¿Qué manera? ¿Sobornos? ¿Amenazas? ¿Represión? ¿Golpes de Estado? Evidentemente, todas ellas.
En fin, el comandante dio en clavo, ¡y cómo!

jueves, 19 de enero de 2012

Las izquierdas y el sectarismo sin fin

En su artículo "Las izquierdas y el fin del capitalismo" publicado el viernes 13 por La Jornada de México, el escritor Raúl Zibechi plantea la tesis de que "la batalla por un mundo nuevo será mucho más larga que la duración de los gobiernos progresistas latinoamericanos", los que en algún momento deberán ser derrocados violentamente por los sujetos sociales. Demás está decir que no podemos coincidir para nada con tales conclusiones del autor.
La cita textual, en el último párrafo del artículo en cuestión, reza:
"La unidad de la izquierda puede ser positiva. Pero la batalla por un mundo nuevo será mucho más larga que la duración de los gobiernos progresistas latinoamericanos y, sobre todo, se dirimirá en espacios manchados de sangre y barro".
Antes que se nos acuse de tendenciosos, notamos que al inicio de su artículo el autor escribe que "el capitalismo (...) debe ser derrotado por las fuerzas antisistémicas, sean éstas movimientos de base horizontales y comunitarios, partidos más o menos jerárquicos e incluso gobiernos con voluntad anticapitalista". Sin embargo, como veremos, el resto de su argumentación se desliza por la pendiente del sectarismo.
Para despejar cualquier duda de que Zibechi no está pensando en primer lugar en confrontaciones "en espacios manchados de sangre y barro" entre los movimientos populares y el imperialismo o las oligarquías retrógradas y parasitarias sino más bien entre éstos y los gobiernos de, por ejemplo, Cristina Fernández en Argentina, Rafel Correa en Ecuador o Daniel Ortega aquí en Nicaragua, citamos otro trozo de su artículo:
"Es cierto, como señala Immanuel Wallerstein (...) que la unidad de las izquierdas puede contribuir a alumbrar un mundo nuevo y, a la vez, reducir los dolores del parto. Pero en esta región del mundo buena parte de esos dolores no han menguado con los triunfos electorales de la izquierda", y a continuación cita el caso de los encausados por terrorismo y sabotaje en Ecuador, supuestamente por oponerse a la minería a cielo abierto, el asesinato reciente de tres militantes del Frente Darío Santillán en Argentina, y los cientos de miles de desplazados de sus viviendas en Brasil por la especulación desatada con motivo de la próxima Copa del Mundo.
"La lista es larga y no deja de crecer", alerta el autor.
Independientemente de las tan dispares circunstancias que han dador origen a esos y otros sucesos, y a los logros reales en el campo social y político de los gobiernos de izquierda en América Latina, hay un par de hechos relevantes que Zibechi pasa por alto.
El primero, es que si hay algo que las oligarquías latinoamericanas y los sectores más belicistas de los Estados Unidos y la OTAN desearían es tener servidas en bandeja las cabezas de todos esos mandatarios progresistas. No hace falta aquí extendernos en detalle, por ejemplo, sobre los cables de WikiLeaks que revelan la "curiosidad" del Departamento de Estado por la salud de la presidenta Cristina Fernández, sobre la despiadada y viciosa guerra mediática librada por los dueños de los grandes diarios del hemisferio aglutinados en la Sociedad Interamericana de Prensa contra los gobiernos progresistas de América Latina, sobre la campaña de muchos años que vienen desarrollando redes terroristas continentales como UnoAmerica contra las organizaciones del Foro de Sao Paulo, o sobre el abundante apoyo logístico europeo y norteamericano a los proyectos desestabilizadores contra los gobiernos de izquierda. Eso para no mencionar la serie de golpes e intentos de golpe de estado cometidos contra esos gobiernos a lo largo de los años en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Honduras, etcétera. Si los gobiernos de izquierda de América Latina no supusiesen una amenaza para los grupos capitalistas más poderosos dentro y fuera de la región ¿por qué entonces semejante afán por derrocarlos y/o desestabilizarlos?
El segundo hecho relevante que Zibechi omite considerar, es que los oprimidos del continente son las primeras víctimas de la explotación y de la violencia ejercida por las oligarquías y por el imperialismo en la región. A pesar de la "larga lista" de (supuestos y/o reales) hechos represivos (más o menos) atribuibles a los gobiernos de izquierda en América Latina contra (supuestos y/o reales) movimientos sociales, Zibechi no puede obviar, por ejemplo, hechos como los 50 mil muertos de la "guerra contra el narcotráfico" en México, los suicidios masivos de indígenas "por la tristeza de no tener qué comer" en ese mismo país, la militarización de las comunidades mapuches y la salvaje represión contra los estudiantes en Chile, o los heridos y retenidos por los rutinarios desalojos de pobladores en los barrios de Bogotá. Sucesos como los mencionados son apenas notas al márgen de un día a día conocido por las clases populares del continente desde hace varios siglos, tal y como lo demuestra la lectura de obras como Las Venas Abiertas de América Latina.
Zibechi escribe que "aunque existen inspiraciones comunes y objetivos generales compartidos, las diferentes velocidades que registra la transición hacia el poscapitalismo, y las notables diferencias entre los sujetos antisistémicos, atentan contra las generalizaciones". El autor afirma de una manera aparentemente inocua, que no se puede generalizar para, acto seguido, establecer una dicotomía maniquea entre unas supuestas izquierdas en el poder y otras fuera de él, entre las que algún día se dirimirá un conflicto "en espacios manchados de sangre y barro".
Es un grave maniqueísmo el querer establecer una línea divisoria entre unos  que proponen realizar una "revolución desde abajo" y otros que supuestamente la quieren realizar "desde arriba". Esas izquierdas actualmente en el poder en América Latina vienen, entre otras cosas, de los mismos movimientos sociales que en el pasado bloquearon, hicieron huelgas, ocuparon, se manifestaron y se enfrentaron a los aparatos represivos del neoliberalismo.
Para Zibechi, "el hecho central es que las izquierdas, más o menos unidas, han dado casi todo lo que podían dar más allá de la evaluación que se haga de su desempeño. Los ocho gobiernos sudamericanos que podemos calificar de izquierda han mejorado la vida de las personas y disminuido sus sufrimientos, pero no han avanzado en la construcción de sociedades nuevas. Se trata de constatar hechos y límites estructurales que indican que por ese camino no se puede obtener más de lo logrado", escribe.
Por un lado, afirma que la construcción de una sociedad poscapitalista será una tarea de largo aliento; por el otro, condena a unos gobiernos que apenas han estado en el poder unos pocos años por "no avanzar en la construcción de sociedades nuevas".
El autor pone su fe en "cimientos o semillas de las relaciones sociales que pueden sustituir al capitalismo", como cuando "millones de personas viven y trabajan en comunidades indígenas en rebeldía, en asentamientos de campesinos sin tierra, en fábricas recuperadas por sus obreros, en periferias urbanas autorganizadas, y participan en miles de emprendimientos que nacieron en la resistencia al neoliberalismo y se han convertido en espacios alternativos al modo de producción dominante".
Por algún milagro del desarrollo social, cuando esos movimientos, como en el caso de Nicaragua, al pasar a recibir masivamente títulos de propiedad a manos del gobierno sandinista, al ser reconocidos como sujetos de derechos económicos y políticos, pasarían también a convertirse en títeres cooptados privados de capacidad antisistémica. Evidentemente, esa perspectiva crítica es tan poco honesta como la de aquel europeo que, indignado, le echaba en cara a los zapatistas el vender y consumir Coca-Cola en sus caracoles.
Zibechi echa mano a la teoría de los sistemas globales para terminar reduciendo el debate a una oposición entre "cimientos o semillas" de "relaciones que pueden sustituir al capitalismo" y unos "gobiernos progresistas" enfrentados a "límites estructurales" más allá de los cuales, implica sutilmente, sólo quedaría derrocarlos. ¿Cómo podrán esos "cimientos o semillas" de "relaciones poscapitalistas" sobrevivir y desarrollarse en un entorno que el mismo autor reconoce estará conviviendo con el capitalismo durante un largo tiempo, si no fortalecen proyectos nacionales y continentales? ¿Quién puede negar que se trata de un proceso largo y contradictorio, con avances y retrocesos, victorias y derrotas?
El socialismo no debe ser "ni calco ni copia, sino creación heroica de nuestros pueblos", escribió una vez Mariátegui: Creación heroica en "espacios manchados de sangre y barro" y también en aulas de clases, en centros de salud, en fábricas, en parlamentos, en familias, en templos, en aviones de guerra, en salas de conciertos, en laboratorios, en ministerios, en parques y en selvas. Desde abajo, por arriba, de costado, a largo plazo, a corto plazo, a mediano plazo. Precisamente, porque como escribe Zibechi, el capitalismo no se va a caer por sí mismo, sino que debe ser construido conscientemente por los sujetos sociales, las exigencias de una comprensión política general del momento histórico y su desarrollo aumentan al pasar de la etapa de la denuncia y la protesta a la etapa de la construcción.
Está por verse si los por el autor tan denostados "gobiernos progresistas" ya han dado lo mejor de sí. Lo que está visto es que el afán de algunos por hacer antagónicas contradicciones que no deberían serlo no tiene fin...
Radio La Primerísima, Tortilla con Sal.

miércoles, 18 de enero de 2012

Gioconda cuelga los guantes

Otra figura abandona el barco de la militancia en la ultraderecha local en pleno naufragio.El 9 de enero, la otrora revolucionaria escritora Gioconda Belli colgó los guantes y dijo adiós a su "lucha" desde las páginas de El Nuevo Diario, que al cambiar de dueño ha abandonado las filas del antisandinismo cavernícola que desde hace unos años a esta parte había estado encarnando.
En un artículo titulado Agua Regia (un compuesto químico altamente corrosivo que descompone sustancias nobles - algo así como la bilis, pero mucho peor) la autora reconoce la victoria aplastante del sandinismo bajo la conducción del comandante Daniel Ortega y su compañera y dirigente Rosario Murillo, y hace pública su decisión de dejar de escribir libelos para El Nuevo Diario.
"No me callo", asegura Belli. "Los espero en mis novelas, en mi poesía, en esas otras ficciones que, hoy por hoy, me parecen más claras que ésta", escribe, refiriéndose a la realidad que tercamente señala lo evidente: en Nicaragua hay Frente Sandinista y Daniel para rato.
"Es así que Daniel Ortega, que desde 1979 ha ocupado, de una u otra manera, una posición clave en la política nicaragüense, se consagra al retomar las riendas del gobierno, como el dirigente de más larga trayectoria que hemos tenido jamás", constata amargamente Doña Gioconda.
Aún más, Belli se atreve hasta a reconocer el papel de Rosario Murillo y su estrategia de comunicación para lograr el cambio político que actualmente experimenta la sociedad:
"La política sagaz y sin escrúpulos que ha sido el distintivo más sobresaliente de Ortega se consolidó en estos cinco años más allá de toda expectativa, gracias al apoyo de su esposa Rosario Murillo", escribe.
Veneno aparte, la aceptación de la realidad puede ser un primer paso a la sanación de la otrora revolucionaria escritora y de muchos otros en su situación.
Ni ayer ni hoy - hay que recordarlo - a Doña Gioconda la han corrido de lugar alguno; ella se ha ido por propia iniciativa. En la Nicaragua del Pueblo Presidente - lo dijo Daniel en la Plaza el otro día - hasta Pancho puede ser mandatario. ¿Si Pancho puede, por qué no ella? Claro, esa debería ser una presidencia compartida con muchos otros - varios millones - de mandatarios. Tal vez eso ahorita a Belli le suene a dictadura, y tal vez nunca la autora se reconcilie con el concepto de democracia.
La actitud de Belli es la de decir que la racionalidad del pueblo nicaragüense ha sido vencida, es decir, que una aplastante mayoría del pueblo nicaragüense ha dejado que Daniel y Rosario les laven el cerebro. Allá ella.
Por su parte, el pueblo perdona todo (o casi todo). Pero pedirle que olvide es un abuso. Y en el caso de Belli se trata de galones y galones de veneno y de insultos gratuitos servidos regularmente en los medios dentro y fuera del país durante muchos años.
Por ahora, lo que le queda a Doña Gioconda es su Agua Regia, un brevaje nada bueno para la salud.
Se va a sentir intelectualmente sola en los círculos progresistas del mundo rico, donde ha venido interpretando el papel del camaleón taimado desde hace bastantes años. Difícilmente logre que los indignados europeos o los okupas de Wall Street compren su gastada teoría del "felicismo" ("no luches, solo sé feliz") - por no decir sus libros. En ese mundo rico no faltarán las presiones de editores y críticos bien pagados que le exijan repetir los ejes de propaganda previamente establecidos.
En Nicaragua, sus ex-compañeros le dirán de todo. Si su ego se lo permite, tal vez encuentre alguna amistad con la que compartir el doloroso despertar, pero cuidado y la vemos realizar un tragicómico comeback a las trincheras, esta vez desde las páginas de La Prensa.
El de Gioconda Belli es un tema interesante para una novela existencial, siempre y cuando se le aborde con honestidad - tal vez un reto para la autora en esta nueva etapa que dice iniciar.
En términos sociales, el de Belli es un ejemplo más de la debacle de un sector de la clase político-intelectual nicaragüense que desde el 6 de noviembre ha empezado a confrontarse con la realidad de que jamás encarnó una base social con arraigo, sino que ha sido usado - y pagado - como sirviente del proyecto de las potencias de la OTAN; es decir, de un proyecto que el pueblo ya ha aprendido a reconocer desde lejos.


 
Radio La Primerísima, Tortilla con Sal.

sábado, 7 de enero de 2012

La amnesia de AI y Libia

Por Jorge Capelán, RLP/TcS.
Nadie debería sorprenderse por el hecho de que el capítulo estadounidense de Amnistía Internacional (AI), sin mayores explicaciones "haya olvidado" la votación en su sitio web por el "Héroe de los Derechos Humanos" del mes de diciembre, que hasta el último día tenía a la cabeza de la preferencia de los internautas nada más ni nada menos que al líder libio Muammar Al Gaddafi, atrozmente asesinado por bandas de mercenarios apoyados por la OTAN.
Con semejante respuesta del público, "Amnesia Internacional" (Capítulo EE.UU.) decidió "olvidarse" del concurso y silenciar tan incómodos resultados.
Esto no es nada extraño, ya que, como revela un artículo de la Red Voltaire de fines de noviembre pasado, Suzanne Nossel, la entonces flamante directora ejecutiva de AI-EE.UU. fue asistente de nada más ni nada menos que Hillary Clinton y de Richard Holbrooke - entre otras cosas el encargado por Bill Clinton en los 90s de obligar a los serbios a firmar los bochornosos "acuerdos de Paz" de Daytona que terminaron con el bombardeo de la OTAN a ese país balcánico.
"En el desempeño de sus tareas en el Departamento de Estado, ella (Nossel) diligentemente explotó los derechos humanos para beneficiar ambiciones imperiales", escribe la Red Voltaire.
El currículm de Nossel la calificaba para semejantes tareas al servicio del gobierno estadounidense, ya que anteriormente había trabajado para Human Rights Watch y para empresas de medios como Bertelsmann Media Worldwide y the Wall Street Journal.
Red Voltaire escribe que "los directivos de AI-EE.UU. juzgaron que el compromiso de Nossel con las administraciones (Bill) Clinton y (Barak) Obama era prueba suficiente de su competencia, y decidieron no echarle en cara los crímenes cometidos en Yugoslavia, Afganistán, Irak, el Líbano, etcétera" - crímenes todos ellos en los que participaron sus ex jefes en el Departamento de Estado.
"La señora Nossel ha lanzado varias campañas contra Irán, Libia y Siria. En meses recientes, ella se hizo un nombre al desinformar al Consejo de Derechos Humanos (de la ONU) en Ginebra con el fin de conseguir la resolución del Consejo de Seguridad que autorizó la guerra contra Libia", agrega la Red Voltaire.