Por Jorge Capelán, RLP/Tcs.
¡Qué grande que es el fútbol! ¡Gracias a este sano y edificante deporte, ahora todos y todas nos podemos sentir un poquito más buenos y buenas, porque hay un futbolista uruguayo sobre el que podemos descargar todo nuestro odio y emociones negativas: Nos referimos, claro está, al «caníbal» ese de Luis Suárez.
Gracias a ese ser de naturaleza patológica, émulo de Hannibal Lecter, tanto en sus gustos culinarios como en su manía de reincidente, que no merece formar parte del género humano por haber cometido el obviamente aberrante acto de rmordisquear a un zaguero de la selección de Italia, estamos todos y todas perdonados por nuestros pecados y por los de nuestros propios equipos: 
- Están perdonados los miles de fanáticos mexicanos que durante los partidos del mundial le gritaron «¡Puto!» a los porteros de Brasil y de Camerún cada vez que éstos despejaban algún balón. Según la FIFA, que desestimó una acusación por «conducta inapropiada», el epíteto «no es considerado un insulto en este contexto específico». ¡Homófobos y racistas futboleros del mundo, adelante! ¡Uníos en un solo grito de «¡Puto!», que a la FIFA, tan ocupada como está en acabar con la antropofagia en el deporte, le importa un comino, «en este contexto específico» o en otro que le convenga!
- Está perdonado Neymar, que por el rabo del ojo vio venir al croata Luca Modric y con toda la mala leche del Brasil, de manera totalmente gratuita, le descargó un codazo que bien pudo haber dejado tuerto al defensor. Claro está que también están perdonados todos los defensas del mundo que «marcan» (es un decir) a sus atacantes con una motosierra. Todo vale porque, como en el caso de Bin Laden, «nada» se compara con lo que hizo Suárez.
- Están perdonados, como no, los cameruneses Benoit Assou-Ekotto y Benjamin Moukandjo, que se trenzaron a golpes en pleno terreno de juego durante el partido de su selección contra Croacia. Y también están perdonados, faltaba más, los ghaneses Kevin-Prince Boateng y Sulley Muntari, los dos mejores jugadores de su selección, que le pegaron en insultaron a su entrenador tras una discusión por dinero. Todo es armonía y fraternidad en el mundo del fútbol, a no ser por ciertas alimañas con dientes y propensión a morder a sus contrarios.
Es una suerte que la FIFA haya sancionado al caníbal de Suárez con la pena más dura que se pueda imaginar: Separar a alguien de lo único que sabe hacer en la vida por un período tan largo de tiempo que casi, casi le obligue a decirle adiós a su carrera. 
¡Y nada de blandenguerías! ¡Nada de hacerle caso a lo que ahora dice el zaguero Giorgio Chiellini, víctima del antropófago uruguayo, de que la sanción de la FIFA contra Suárez es excesiva! Seguramente que el pobre de Chiellini (si es que todavía tiene el hombro en su lugar) está bajo los efectos del choque por la mordida del animal ese. Es eso que llaman el «efecto de Estocolmo»: La víctima sale defendiendo a su agresor. ¡Pobrecito Chiellini!
¡Siga así, FIFA! ¡Impartiendo justicia! ¡No descanse hasta que cada campo de fútbol esté vigilado por cientos de drones y las pruebas de ADN sean obligatorias para todo el que quiera entrar en un estadio! Siga permitiendo la venta de cerveza en las canchas, especialmente cuando sepa que van a asistir fanáticos de Holanda y Alemania, pero póngase dura con los hinchas chilenos, porque esos seguro que andan buscando pleito. 
Por sobre todas las cosas, ¡gracias FIFA por haber fusilado a Suárez! Gracias a lo de Suárez ya no tenemos que pensar que a Blatter no lo eligió nadie, que solo las cadenas con más dinero, y por ende las que más cobran, son las que tienen preferencia para los derechos de transmisión. Gracias a lo de Suárez ya no tenemos que pensar que nos están estafando, y que la próxima vez que veamos un campeón del mundo, podremos estar seguros de que es uno del grupo de los rentables.
viernes, 27 de junio de 2014
sábado, 21 de junio de 2014
Suecia: ¿Mutilaciones genitales masivas o pogromo afrofóbico?
Por Jorge Capelán, RLP/TcS.
De todos es conocido que el mundo enfrenta 
una serie de peligros muy graves: El calentamiento global y otras 
catástrofes ecológicas, guerras termonucleares y de otros tipos, 
abismales diferencias sociales y económicas, colapsos financieros, 
etcétera. Por eso debemos ser capaces de discernir qué es noticia y qué 
lo es menos o del todo no lo es. 
El problema de la mutilación genital femenina
 es muy serio y afecta a millones de niñas en todo el mundo, pero cuando
 este tema se usa como pretexto para perseguir y discriminar masivamente
 a grupos sociales corremos el riesgo de convertirnos en instrumentos de
 intereses que nada tienen que ver con los derechos de la infancia.
En estos momentos circula por los medios la
 "noticia" de que en una comuna (municipio) de Suecia se descubrió que 
una gran cantidad de niñas habría sido víctima de la horrenda práctica 
de la mutilación genital, incluso en su 
variante más extrema, consistente en la extirpación del clítoris y los 
labios de la vulva, cosiéndose la vagina de la menor de modo que solo se
 deja un orificio muy pequeño.
En el caso de esta noticia en particular, los medios informan
 que desde el mes de marzo, en la comuna de Norrköping fueron 
descubiertos unos 60 casos a partir de que las autoridades escolares 
decidieron realizar una encuesta a cada una de las alumnas de primaria. 
De esos 60 casos, 30 pertenecerían a una misma clase.
La encuesta fue ordenada por el Ministerio de 
Educación, y cada uno de los casos descubiertos fueron remitidos a las 
autoridades de asistencia social para que en cada uno de ellos éstas 
decidan si se amerita la realización de una denuncia ante la policía. En
 Suecia, el someter a un menor a la mutilación genital es penado por la 
ley en caso de que el menor resida en Suecia. También es penado que los 
padres de familia envíen al menor al extranjero a realizarse una 
operación que lo mutile genitalmente.
Según la Organización Mundial de la Salud
 (OMS) unos 140 millones de mujeres y niñas, la mayoría de 15 o menos 
años de edad, sufren en la actualidad las consecuencias de esta bárbara 
práctica. Se calcula que en unos 28 países de África hay 92 millones de 
mujeres y niñas de más de 10 años que han sido objeto de la mutilación 
genital femenina. También se practica este tipo de vejaciones
 en países asiáticos y del Medio Oriente como Malasia, Yemen e 
Indonesia, así como en unos pocos grupos étnicos de Centro y Sudamérica.
Las razones que diferentes grupos dan para someter a las niñas a este tipo de mutilación
 pueden ser de varias clases: control de su sexualidad; aumento del 
placer sexual del hombre; identificación tribal o étnica; iniciación de 
las niñas en la edad adulta; razones de tipo religioso y hasta de 
supuesta higiene y estética.
Varios países africanos han clasificado esta práctica
 como un crimen, y la misma es ilegal en casi toda Europa con la 
excepción de Irlanda e Italia. La emigración de habitantes 
principalmente africanos hacia otros países, especialmente a los 
imperialistas occidentales de Norteamérica y Europa, ha difundido esta 
práctica por el mundo, llegándo a convertirla en un problema social 
importado. Sin embargo, la existencia de este problema también se 
convierte en una herramienta que permite someter a grupos sociales 
enteros a un control arbitrario con la excusa de proteger a grupos en 
supuesto riesgo.
Hay que decir que Suecia es un país en el que el 
racismo goza de una impunidad, que si bien no es absoluta, se le acerca 
bastante. La gran mayoría de los suecos no es racista, pero la mano 
contra los racistas es muy blanda y éstos cuentan con el apoyo del 
poder. Como dice el escritor Jens Lapidus, “en Suecia existe un profundo racismo oculto”.
Una serie de hechos sobre el país escandinavo son 
ampliamente conocidos pero por lo general no se considera de buen gusto 
señalarlos, por ejemplo:
- El
 padre del rey Carl XVI Gustaf, el príncipe Gustaf Adolf, en los años 30
 del siglo pasado apoyó financieramente actividades de los nazis
 de Alemania, siendo un buen amigo de Herman Göring. La relación de la 
nobleza sueca con el nazismo no es cosa del pasado. Por ejemplo el padre de Silvia Sommerlath, la actual esposa de Carl XVI Gustaf (y reina de Suecia), era un miembro del partido nazi.
- A pesar de que no se compara con casos como los de Inglaterra, Francia, España o Bélgica, Suecia también tuvo un pasado esclavista, y de haber podido, la élite sueca se habría puesto en la primera fila del colonialismo europeo
 hasta el siglo XIX. Por ejemplo, entre 1638 y 1655 tuvo la colonia de 
Nya Sverige en el río Delaware, en Norteamérica. Entre 1650 y 1663 tuvo 
la colonia de Cabo Corso, en Ghana, y entre 1785 y 1878, la de Saint-Barthélemy, en las Antillas.
 En 1733, la corona sueca trató infructuosamente de establecerse en la 
India al tratar de montar una factoría en la ciudad de Porto Novo, hoy 
conocida como Parangipettai. Por último, durante 14 meses entre 1813 y 
1814, Suecia controló la colonia de Guadalupe en las Antillas Menores.
 En realidad, Suecia ha practicado la esclavitud durante varios períodos
 de su historia, desde la época de los vikingos hasta el siglo XIX.
- En Suecia, las ideas de la higiene racial durante mucho tiempo contaron con amplio respaldo. Por ejemplo, en 1921 se fundó el Instituto Estatal para la Biología Racial en la ciudad de Uppsala
 con la misión de "llevar adelante investigación científica en el área 
de la biología racial con especial interés en el pueblo sueco y las 
condiciones de Suecia", es decir, para ver cómo "mejorar" la "raza 
sueca". El instituto se cerró finalmente en 1958. Además de un clima de 
tolerancia hacia las ideologías racistas y nazi, este tipo de políticas 
públicas se tradujo en un programa estatal de esterilizaciones forzosas
 a la población que funcionó entre 1938 y 2013. Durante ese período, 
miles de personas pobres, por lo general mujeres, fueron esterilizadas 
porque algún médico consideraba que tenían algún "rasgo hereditario" que
 pudiese transmitir "retardo o enfermedad mental a su descendencia". En 
muchos casos, una causa de esterilización era la sospecha de pertenecer 
al grupo de los "tattare", la tradicional población nómada de 
Escandinavia, o de los gitanos,
 una minoría que aún hoy en día es el objeto favorito de persecución y 
discriminación por parte de las autoridades. Otro grupo especialmente 
sometido a intervenciones de esterilización forzosa fueron los 
transsexuales. El programa de esterilizaciones fue oficialmente 
clausurado en enero de 2013.
- En Suecia, al menos una de cada 10 personas
 apoya al partido xenófobo "Demócratas de Suecia". Este partido basa su 
política en limitar o anular los derechos de los inmigrantes. Según ese 
partido, todos los problemas del país se deben a que hay demasiados 
extranjeros. Sin embargo, los "Demócratas de Suecia" no son ni mucho 
menos, los únicos racistas y/o neofacistas/neonazis. Por ejemplo, está 
el "Partido de los Suecos", de orientación nazi. El 8 de marzo de este año,
 un grupo de activistas de ese partido atacó a puñaladas a un grupo de 
antirracistas que estaba celebrando el Día Internacional de la Mujer en 
la ciudad de Malmö. Uno de los atacantes acababa de regresar de Kiev 
donde había estado apoyando a los nazis del "Sector Derecho" de Ucrania.
 Hoy en día, partidos como esos reciben protección policial para 
manifestarse, por ejemplo, el primero de mayo. En diciembre del año pasado, una manifestación antirracista fue atacada por nazis del grupo Movimiento de la Resistencia Sueca.
 Los nazis estaban armados y la policía, que había enviado unos pocos 
agentes a pesar de que se había anunciado con anterioridad del ataque en
 las redes sociales, no hizo nada para detenerlo. Al final fueron los 
propios manifestantes, entre los que había familias con niños pequeños, 
los que por su cuenta se encargaron de repeler a los nazis. A pesar de 
toda la evidencia disponible, uno de los antirracistas fue condenado a seis años de cárcel por intento de asesinato, mientras que cuatro de los nazis atacantes fueron condenados a penas mucho menos severas. Ese no es un fenómeno aislado. Las leyes y la policía en Suecia son suaves para los racistas y duras para los antirracistas.
- El principal grupo objeto del racismo y la xenofobia en Suecia hoy en día son las personas de raíces africanas.
 Según un informe fresco del Centro Multicultural elaborado a petición 
del gobierno, mientras los crímenes de odio en general disminuyeron en 
un 6% entre 2008 y 2012, los dirigidos contra los negros aumentaron en un 24%.
 El informe constató que "la afrofobia es un problema bien extendido en 
la Suecia de hoy". Además, según el documento, la violencia en los 
ataques contra la gente de raíces africanas es mayor que la que sufren 
las víctimas de otros crímenes de odio. Siendo apenas un 7.1% de la 
población inmigrante total de Suecia, los "afrosuecos" están expuestos a
 un 240% más de violencia.
O sea que una cosa es que existan familias de 
inmigrantes, más específicamente de ciertos países del África, que por 
el motivo que sea (ignorancia, religión, control) sometan a sus hijas a 
la mutilación genital, y otra es que ese problema social se use como 
pretexto contra todo un grupo humano. En Suecia hay unos 40.000 
somalíes. En mis 20 años de haber vivido en ese país tuve la oportunidad
 de conocer a unos cuantos de ellos, así como a muchas personas de 
países señalados como santuarios de esa horrible práctica, y la mayoría 
de los que yo conocí puedo decir que no estaban de acuerdo con mutilar 
los genitales de sus hijas. Sinceramente, los números del estudio de la 
comuna de Norrköping parecen por lo menos exagerados.
Según los cables de prensa, un grupo de 30 alumnas, 
todas de la misma clase, resultaron ser víctimas de mutilación genital. 
En mi experiencia de haber sido profesor suplente de español en una 
escuela sueca hace varios años, la posibilidad de encontrar una clase 
con 30 alumnas es prácticamente inexistente.
Nunca ví un grupo con más de 20 alumnos (tal vez hoy 
los haya, aunque mis amistades suecas con las que he consultado tampoco 
lo ven creíble), y que además esa clase esté compuesta de 30 alumnos del
 sexo femenino resulta todavía menos creíble. Aún menos creíble es que 
hayan 30 alumnas todas de ciertos países del África, del Oriente Medio y
 del Asia (además de algunos grupos étnicos de Centro- y Sudamérica). 
Francamente, suena a algo totalmente absurdo.
Birgitta Essén, jefa médica e investigadora de la Universidad de Uppsala, no creyó cuando el diario Metro le pidió que comentase los reportes sobre mutilaciones genitales de Norrköping.
"En todo caso, se trataría de una noticia mundial", 
dijo. "Si eso sucede en el extranjero antes de que la persona se haya 
hecho ciudadana sueca o haya llegado al país, entonces no es ilegal. Si,
 por el contrario, los padres envían a la niña al extranjero para que le
 hagan la intervención, entonces los padres pueden ser condenados", 
explicó la investigadora al periodista.
¿Qué puede haber pasado? Lo más probable es que la 
verdad se conozca un poco mejor dentro de unos días, cuando se aplaque 
la euforia mediática y ya nadie se acuerde del asunto. Sin embargo, 
desde ya podemos aventurar un par de hipótesis: O los resultados del 
estudio fueron exagerados, o el estudio fue hecho de manera totalmente 
tendenciosa, por ejemplo, sonsacando las respuestas “adecuadas” de las 
niñas entrevistadas. Mientras tanto, y a no dudarlo, el problema social 
real, de que hay familias que sí cometen esos crímenes contra sus 
propias hijas, seguirá existiendo. La razón de esto es sencilla: ¿Cómo 
pueden garantizar el bienestar de los niños unos gobiernos de desde hace
 ya 20 años están empeñados en empeorar la situación social de las 
familias, la educación la salud, etcétera a través de políticas 
privatizadoras y promotoras de los valores más antihumanistas? ¿Cómo 
pueden velar por el respeto a la dignidad y el bienestar de las personas
 gobiernos que han hecho todo por recortar los gastos en el sistema de 
asistencia social y en el sistema de atención siquiátrica de la 
población?
Lo que tampoco debemos dudar es que este “debate” 
levantado por la publicación del estudio de Norrköping resultará en una 
mayor criminalización de las personas de raíces africanas que viven en 
Suecia, algo parecida a la que en los años posteriores al 11 de 
septiembre de 2001 tuvieron que soportar los musulmanes. Cuando la 
derecha racista levanta alguna bandera sobre supuestas fallas de grupos 
de inmigrantes, por lo general esto va seguido de mayores espacios para 
lo que es permisible hacer en contra de esos grupos.
Por ejemplo, hace 30 años la agenda xenófoba en 
Suecia era asociada con el fascismo y el nazismo. Poco a poco, se fueron
 abriendo los espacios del “debate”, y los mismos grupos que ayer se 
rapaban sus cabezas y hacían el saludo nazi hoy están representados en 
los gobiernos locales.
A inicios de la década de los 90s, un asesino en serie conocido como “el hombre láser”
 sembró el terror al asesinar a un inmigrante y herir a otros 11 (muchos
 de ellos con secuelas para toda la vida) con un arma de fuego. En esa 
época la Internet era una cosa de expertos y académicos.
Un caso similar en la ciudad de Malmö 20 años más tarde,
 que dejó dos muertos (y al menos otros 4 intentos de asesinato), apenas
 causó conmoción: Para ese entonces, el neonazi noruego Anders Breivik
 ya había alcanzado a asesinar a 77 jóvenes antirracistas en la masacre 
de Utøya. Un poco antes de que se produjeran estos asesinatos se habían 
puesto de moda las páginas web xenófobas
 desde las que se publicaban direcciones y números de teléfono de 
inmigrantes y de todas aquellas personas que se consideraban como 
demasiado amistosas con los denominados “cabezas negras”. Asimismo, el 
“debate” fue ampliado por actos como la publicación de las caricaturas 
del profeta Maoma con una bomba en la cabeza y los dibujos del mismo profeta como un perro de rotonda.
Para nosotros como consumidores y usuarios de medios 
tanto dentro como fuera de Suecia queda la lección de que hay que ser 
crítico con las informaciones que llegan, ya que no siempre son 
verdaderas noticias; muchas veces más bien esconden otras realidades 
complejas y otras agendas que son verdaderamente importantes de 
comprender y contrarrestar.
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