Jorge Capelán, RLP / TcS.
El 10 de
enero celebramos un aniversario más de esta Segunda Etapa de la
Revolución Popular Sandinista que arrancó en 2007 con el Gobierno de
Reconciliación y Unidad encabezado por el presidente-comandante Daniel
Ortega Saavedra. En los ocho años que han pasado desde entonces, el país
ha cambiado profundamente.
¿Quién con edad suficiente no recuerda cómo eran las cosas allá por
el año 2005? ¿Quién no recuerda los apagones, la falta de agua, los
buses haciéndose pedazos por las calles y las carreteras?
Recuerdo
un recorrido que en aquellos días hicimos con los compañeros de la Red
de Defensa del Consumidor por los barrios de la zona sur de Managua para
conocer la situación del agua potable: Los que tenían el servicio
apenas recibían un par de horas de agua al día. Mucha gente no tenía
acceso a ella y debía comprarla de pipas o acarrearla desde varias
cuadras de distancia. (En 2002, sólo el 20% de la población tenía acceso
a saneamiento de aguas residuales. En 2012 ya se había llegado al 49% y
el país era el de mayor cobertura en Centroamérica. Hoy debemos andar
por el 80% o tal vez más.)
¿Quién no recuerda las perennes
protestas ante estos y muchos otros problemas? ¿Quién no recuerda a los
miles de afectados por el pesticida Nemagón, que año tras año acampaban
frente a la Asamblea Nacional? (Hoy, muchos de ellos han recibido Casas
Para el Pueblo en ese mismo lugar en el que ayer padecían por las
enfermedades, el hambre, la sed y el polvo.)
¿Quién no se acuerda
de tantos lugares en el país, tanto en la Capital como en los
departamentos, en los que era peligroso salir de noche por la
delincuencia? ¿Quién no se acuerda de l@s chavalit@s pequeñ@s pidiendo
en los semáforos? ¿Quién no se acuerda de l@s niñ@s que vendían chicles y
cigarros en los bares del Malecón de Managua? (Hoy, niñ@s como es@s van
a la escuela, donde además tienen por lo menos garantizada la merienda,
y el Ministerio de la Familia y la Promotoría Social Solidaria realizan
planes de acción para que sus familias no tengan que mandarl@s a
trabajar.)
En el año 2006, Nicaragua era el país de los apagones,
de la falta de perspectivas y de la desesperanza. Ocho años más tarde,
se ha convertido en el país con futuro y luminosas expectativas: No
solamente el Gran Canal Interoceánico, que cambiará profundamente el
perfil de la sociedad, sino otras obras actualmente en construcción como
la represa de Tumarín, la Refinería Supremo Sueño de Bolívar, que será
la mayor de Centroamérica cuando esté lista en 2017, y el satélite de
telecomunicaciones Nicasat 1, que entrará en órbita ese mismo año.
La
pobreza en general pasó del 48.3 % en 2005 a un 40.5 % en 2013,
mientras que la pobreza extrema pasó de 17.2 % a 9.5 % en esos ocho
años, para una disminución de 7.8 y 7.7 por ciento, respectivamente. El
Presupuesto General que se destina para reducir la pobreza ha
incrementado considerablemente, mientras que el gasto social (salud,
educación, vivienda, servicios básicos), pasó de C$4,247.7 millones en
2006 a por lo menos 32.096 millones en 2014. En 2011, el país alcanzó el
segundo lugar en disminución de la desigualdad en América Latina, solo
detrás de Venezuela.
Los logros del gobierno sandinista en
materia de soberanía nacional merecen una mención especial: Durante la
mayor parte de su historia, Nicaragua ha visto cómo su territorio se
achicaba ante la codicia de sus propios vecinos, a menudo alentados por
las potencias coloniales de turno. Con costas en ambos océanos pero
arrinconada en el Caribe a causa del expansionismo colombiano, Nicaragua
logró bajo el gobierno del Comandante Daniel Ortega, recuperar unos
90.000 kilómetros cuadrados gracias al fallo de la Corte Internacional
de La Haya. Asiminismo, la decisión de ejercer la soberanía del país
sobre el Río San Juan, impulsando su dragado e importantes obras de
desarrollo, ha puesto fin a un proceso paulatino de anexión por parte de
Costa Rica.
Nunca Nicaragua había sido tan respetada
internacionalmente como hoy: Un nicaragüense, el Padre Miguel D'Escoto,
fue presidente de la Asamblea General de la ONU, y el país está
representado en varios de los órganos de esa organización, como el
Comité por la Descolonización, el Foro Permanente de Cuestiones
Indígenas, la Comisión de Desarrollo Sostenible y el Comité de
Organizaciones No-Gubernamentales - órganos para los que Nicaragua ha
resultado electa por los demás estados miembros.
Como miembro
del ALBA y Petrocaribe, Nicaragua es hoy un actor central en la
construcción de Nuestra América y un activo promotor de la integración
centroamericana. En la era neoliberal, Nicaragua era un país en gran
medida tutelado por Washington y alineado a sus caprichos. A partir del
año 2007 se comenzó a diversificar las relaciones internacionales al
punto tal de que hoy el país tiene relaciones con un número récord de
Estados.
Una de las tareas más urgentes del Comandante Daniel
Ortega cuando asumió el gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional en
enero de 2007, era acabar con los apagones. Una, dos o más veces al día
se iba la luz por dos tres o más horas cada vez. En aquel etonces, solo
54.83% de los hogares, apenas poco más de la mitad, tenía acceso al
servicio.
Hoy, ocho años más tarde, la cobertura alcanza el
80.42% y en los próximos años no habrá familia sin luz en su casa. Los
apagones son un recuerdo del pasado y las relaciones de los consumidores
con la empresa distribuidora de energía se han normalizado. Comunidades
pobres en el campo y la ciudad, donde la gente vivía a oscuras, hoy
cuentan con servicio de alumbrado, pueden ver televisión o estudiar por
la noche y refrigerar sus alimentos.
Pero eso es apenas la punta
del iceberg en lo que respecta a la energía: Antes del gobierno
sandinista, apenas 25% de la electricidad generada en el país provenía
de fuentes limpias. Hoy, la generación de energía de fuentes renovables
alcanza a más del 50% y el país está entre los líderes latinoamericanos
en esa área. La meta es llegar a un 90% de energía a partir de fuentes
renovables para el 2017.
En 2006, la economía de Nicaragua era
una de las de menor crecimiento en América Latina, con 3.5%. En estos
últimos 8 años de gobierno sandinista, el país ha tenido tasas de entre 4
y 5% (excepto en 2009, el año de la crisis) lo que la ha ubicado encima
del promedio latinoamericano y a la cabeza de Centroamérica. Uno de los
factores tras este positivo desarrollo ha sido la capacidad del país
para atraer inversión externa, que entre 2006 y 2013 aumentaron 431%.
Otra
área que ha experimentado un crecimiento explosivo durante estos
últimos 8 años son las telecomunicaciones. Antes, las dos grandes
empresas Claro y Movistar hacían lo que querían y cobraban las tarifas
que querían. Eso ha venido cambiando con la entrada al país de la
empresa rusa Yota y la china Xinwei. En 2005 sólo 21% de la gente tenía
teléfono celular. En 2014, el número de abonados (de pre y post-pago)
era 112% el número de habitantes, es decir, que hay más abonados que
gente.
No se pueden lograr estas cosas si el trabajo no
fortalece su posición con respecto al capital: Por ejemplo, el empleo
formal aumentó en 8% en 2013, el aumento más alto (y por segundo año
consecutivo) de América Latina y el Caribe según la OIT y la CEPAL.
Mientras tanto, el salario mínimo real subió un 40.67% desde 2007. Sólo
en los primeros cuatro años de gobierno sandinista, el número de
sindicatos de primer nivel registrados ante el Ministerio del Trabajo
pasó de 400 a 600, es decir, un aumento del 50%. En los primeros cinco
años, las cooperativas pasaron de 1,772 a 4,129. El sector asociativo de
la economía controla más de la mitad del PIB y como el 70% de la fuerza
de trabajo.
Estos datos no son casualidad, sino producto de un
pueblo, una sociedad y una dirigencia políticas que han sacado sus
lecciones de la historia. ¿Qué dicen las últimas encuestas de opinión
acerca de lo que piensan l@s nicaragüenses? Trátese de M&R, Gallup u
otra, todas coinciden en que una sólida mayoría de la población aprueba
el rumbo que toma el país. Tomemos por ejemplo el caso del Canal
Interoceánico: Según M&R, más de 7 de cada tres nicaragüenses lo
apoya, mientras que solo un@ de cada 10 se le opone de plano. Más o
menos esas son las cifras de aprobación para el presidente Daniel Ortega
y para la compañera Rosario Murillo.
Si fuésemos a hacer un
recuento de todo lo que se ha hecho en estos ocho años necesitaríamos
cientos de páginas: si fuésemos a hablar acerca de cómo ha bajado la
mortalidad materno-infantil, del poder que han conquistado las
compañeras mujeres a todos los niveles, si fuésemos a hablar acerca de
la reconquista de la Seguridad Social por el pueblo, de los avances en
materia de Defensa Civil, de los parques infantiles que florecen a lo
largo y ancho de nuestra geografía, y de tantas otras cosas, podríamos
pasarnos horas y días.
Lo cierto es que se trata de un proceso
en el que no transcurre semana sin que algo cambie para mejor. Podrá ser
algo pequeño, incluso insignificante, pero cuando uno mira para atrás y
ve el conjunto de los pequeños (y a veces grandes) cambios a lo largo
de los años se da cuenta de lo mucho que se ha transformado Nicaragua.
El
presidente-comandante Daniel Ortega y la compañera Rosario Murillo han
logrado escuchar a todos los sectores de la sociedad nicaragüense y a
partir de ese contacto con la realidad nacional, así como de un enorme
compromiso, de una gran atención a la realidad regional y global, y de
una inquebrantable fidelidad a los principios históricos de la lucha
sandinista, han logrado ir conduciendo el país a algo con lo que ni
siquiera los más optimistas soñaban hace ocho años: Un país con una
alternativa clara y concreta, en vías de realización, para salir de la
pobreza.
En sus casi 200 años de vida independiente, el pueblo
nicaragüense ha pasado por guerras civiles, intervenciones militares,
dictaduras sanguinarias, guerras genocidas de "baja" intensidad,
bloqueos, así como gobiernos entreguistas y cleptómanos, etcétera, sin
mencionar los diversos tipos de desastres naturales propios de esta
porción de la geografía nuestroamericana pero cuyos efectos son
agravados por el saqueo y la rapiña de los poderosos... era hora ya de
que le tocase el momento del futuro luminoso, que es el momento en el
que entramos ahora.
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