Por Jorge Capelán, Radio La Primerísima, Tortilla conSal. 
Las recientes declaraciones del Departamento de Estado  sobre
 Nicaragua no deben ser exageradas; aún está por verse lo que  puedan 
significar en la práctica.
Medios locales, haciéndose eco de las agencias de la dictadura  
mediática, afirman que "Estados Unidos revisará la política de ayuda a  
Nicaragua y llevará a cabo un 'escrutinio agresivo' de los préstamos" de
  los organismos internacionales al país.
Sin embargo, una lectura detenida del comunicado original del  
Departamento de Estado no revela nada nuevo en cuanto al discurso  
oficial de Washington.
Según la nota original del Departamento de Estado,
  "el informe de la OEA (sobre las elecciones) provee la base para que 
la  OEA evalúe todas las iniciativas disponibles para fortalecer la  
democracia en Nicaragua, consistentes con los principios de la Carta  
Democrática Interamericana".
Esta postura no es diferente de la que los Estados Unidos y  sus 
megáfonos dentro y fuera del país han sostenido desde hace tiempo.
Nicaragua en su momento repudió el informe elaborado por el  
argentino Dante Caputo, un hombre de dudosas credenciales democráticas, 
 que en su país natal apoyó las leyes de Obediencia Debida y Punto Final
  que impidieron juzgar a los responsables del genocidio de 30 mil de 
sus  compatriotas durante la dictadura de los años 70. Por cierto, esas 
leyes  han sido anuladas por la justicia argentina con un fuerte apoyo 
de toda  la sociedad.
Además, el Departamento de Estado agrega que "trabajaremos con  
nuestros socios en Las Américas y en otros lugares para llevar adelante 
 tal evaluación, de manera de responsabilizar al Gobierno de Nicaragua  
por la aplicación a tiempo de las recomendaciones del informe" a la vez 
 que dicen esperar los resultados del informe de la Unión Europea sobre 
 las elecciones.
Resulta difícil creer que los Estados Unidos puedan convencer a  la 
gran cantidad de "socios" que dicen tener en el mundo para que  cambien 
los profusos y efusivos mensajes de felicitación enviados por  países de
 los más diversos signos políticos al Gobierno de Nicaragua a  raíz de 
las elecciones del 6 de noviembre.
El pronunciamiento de Hilary Clinton no dice nada acerca de  nuevas 
medidas para dificultar la ayuda a Nicaragua; sólo menciona que  
continuará haciendo todo lo que ha hecho hasta el momento para lograrlo:
"Como parte de una revisión de nuestra asistencia y política hacia Nicaragua, los Estados Unidos continuarán aplicando un
  escrutinio agresivo a los préstamos para proyectos en el Banco  
Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial, y nos opondremos a  
cualquier propuesta de préstamos que no cumpla con los altos niveles de 
 exigencia de esas instancias, o que no provea suficiente impacto de  
desarrollo".
Por último, su reafirmación de que "continuaremos apoyando a  la 
sociedad civil y promoviendo los derechos humanos en Nicaragua" no  hace
 sino hundir aún más en el desprestigio a los grupos que apoya a  nivel 
interno.
Con su comunicado, la Secretaria de Estado Hilary Clinton  eleva la 
parada retórica en una coyuntura marcada por la campaña de  guerra 
contra Irán y por las presiones de los republicanos contra la  
administración de Obama, pero los Estados Unidos no pueden hacer como si
  no existiese la CELAC, como si la OEA no estuviese cada vez más  
debilitada y como si el mundo no se estuviese moviendo cada vez más  
hacia la multipolaridad.
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