Por Jorge Capelán, RLP/TcS.          
Las declaraciones de la embajadora de        Estados Unidos, Phyllis M. Powers, el viernes en Managua han sido        interpretadas en clave de amenaza por la derecha local interesada        en        acarrear agua para su molino, pero deben leerse a la luz de los        problemas actuales de la campaña electoral en el país imperial y        de        sus relaciones con América Latina en su conjunto. Una negativa a        aprobar los waivers a Nicaragua este año, en realidad le traería        muchas complicaciones a la Administración Obama.      
Ante la Cámara de Comercio Americana        en Nicaragua, Powers reconoció lo acertado de la política        económica        del gobierno sandinista al afirmar que espera que la economía        nicaragüense no solo continúe creciendo, sino que lo siga haciendo        a un ritmo más acelerado. 
De eso hicieron caso omiso los medios        de la derecha local que prefirieron concentrarse en las        declaraciones        de Powers acerca del otorgamiento al país de los "waivers"        o dispensas de un año para la ayuda bilateral estadounidense, y su        apoyo en el otorgamiento de préstamos por parte de instituciones        financieras internacionales.      
El Nuevo Diario y La Prensa, ambos        afirmaron que la embajadora dijo que veía "muy difícil"        la aprobación de dichos waivers. Lo que en realidad dijo es que        "las        decisiones sobre los waivers van a ser especialmente difíciles".      
"Muy difícil" es que un        corredor con un pie lastimado se logre robar la segunda base, pero        no        es muy difícil que un buen corredor de bases llegue hasta la        segunda        en una jugada apretada, que es lo que en lenguaje diplomático dijo        Powers, un poco para contentar tanto a la mafia de Miami como a        sus        clientes locales. 
Como argumentos en contra del        otorgamiento de los waivers (el de la propiedad y el de la        transparencia fiscal), la embajadora repitió los viejos ejes sobre        las elecciones y agregó curiosas acusaciones sobre supuestas        "tomas"        e "invasiones" de propiedades de ciudadanos estadounidenses        en el país. Será interesante saber en qué basa esos cargos.      
En realidad, una decisión de negar los        waivers a Nicaragua este año le costaría mucho a la administración        Obama en estos momentos empeñada en ganar la carrera electoral en        los Estados Unidos. La decisión sobre los waivers llega a mitad de        año. Tal vez ganaría votos de la derecha republicana pero al mismo        tiempo sería calamitoso para la de por sí débil influencia        estadounidense sobre América Latina.      
Si los Estados Unidos deciden, no sólo        cortar la ayuda bilateral a Nicaragua, sino también vetar los        créditos del FMI al país, estarían tomando una decisión        geopolítica de grandes proporciones. En primer lugar, estaría        poniendo en grave peligro la existencia de la OEA, de la cual        dependen. En lo que respecta a Nicaragua, estarían galvanizando el        apoyo popular en torno al Frente Sandinista en lo que sería visto        como un ataque a toda la nación.      
Los Estados Unidos necesitan de la OEA        porque sus bases militares son bastante inútiles si no tienen un        algún tipo de sigla al que puedan llamar "comunidad" para        justificar sus agresiones. Vienen de una cumbre fracasada en        Cartagena de Indias y se enfrentan a una CELAC que tiene un        consenso        muy firme en torno a temas como el de Cuba y el de la no        intervención        en los asuntos de los estados miembros. 
Todos los países de la región han        aceptado las elecciones de Nicaragua y la legitimidad de su        gobierno,        elogian sus logros en materia de combate a la pobreza y seguridad        ciudadana y verían como una agresión gratuita el que se le corten        al país los créditos que necesita.
Si eso sucede, la OEA se viene abajo y        los Estados Unidos se pueden quedar sin Beatriz y sin retrato        mucho        antes de las elecciones de fin de año en Venezuela, donde tienen        programada una campaña desestabilizadora para impedir la victoria        de        Chávez. Los países latinoamericanos entenderían de inmediato que        tienen más que ganar uniéndose para apoyar a Nicaragua que        haciendo        las del avestruz y arriesgándose a ser el próximo en la fila para        recibir las sanciones del imperio.      
A lo interno del país, en vez de        aumentar la división, lo que los EE.UU. lograrían sería galvanizar        el apoyo popular en favor del presidente Daniel Ortega. La trágica        pérdida del comandante Tomás Borge puso en evidencia que los        ideales revolucionarios, que los liberales creían desaparecidos o        minoritarios, siguen vigentes en la conciencia de amplísimos        sectores del pueblo nicaragüense. Esto se debe a que cientos de        miles, millones de personas, han visto y tocado los hechos de este        gobierno, y a que es cada vez más amplio el consenso de que lo que        se está haciendo responde a las necesidades del país y a las        aspiraciones de las mayorías.      
En los propios Estados Unidos, el        apoyo        a los políticos mafiosos de Miami podrá granjearle algunos votos        republicanos a Obama, pero una agresión a toda escala sería muy        contraproducente para sus ansias reeleccionistas. Además, no hay        que        descontar la ira de los propios inversionistas estadounidenses en        Nicaragua ante las perspectivas de perder sus negocios en el país.      
Una negativa a aprobar los waivers de        parte de los Estados Unidos aceleraría sus contradicciones con        América Latina, les haría perder su última hoja de parra política        y sería un catalizador del apoyo latinoamericano a Nicaragua y del        apoyo del pueblo nicaragüense hacia su gobierno. Al mismo tiempo,        su        estrategia desestabilizadora contra todo el ALBA quedaría en        evidencia antes de la gran batalla de las elecciones venezolanas,        lo        que la debilitaría grandemente.      
Son tiempos caóticos y turbulentos.        Cualquier cosa puede pasar, por eso es hora de mantener la cabeza        fría y el corazón ardiente.      
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