lunes, 20 de febrero de 2012

Libertad de expresión a la sueca

Jorge Capelán, Radio La Primerísima / TcS.

Nada hay más bello e impoluto que la libertad de expresión sueca, que hasta ha dedicado a ese derecho todo un capítulo de su constitución.

Ese es por lo menos el punto de vista de personajes de entrecasa como Vilma Núñez, que en noviembre del año pasado recibió un premio de casi 30 mil dólares de una fundación de ese país escandinavo, lo que la motivó a dejar Nicaragua y no participar en las elecciones del 6 de noviembre - las que luego denostó ante todo corresponsal extranjero que quisiera escucharla.

Esa es la visión de una ilustre dama que le debe mucho a Suecia, que desde hace años le ha dado de comer financiando su emprendimiento de "derechos humanos" llamado CENIDH. Pero la realidad del derecho a la libre expresión en Suecia es muy diferente de la versión interesada de Vilma Núñez. He aquí un ejemplo bien reciente:

El viernes pasado, Sven Wollter, director de un programa radial en la emisora estatal sueca Sveriges Radio, renunció a su puesto debido que la empresa censuró una crónica suya.

En Nicaragua casi nadie conoce a Sven Wollter. En Suecia sí - todo el mundo: Actor de teatro, cine y televisión desde la década de los 60´s ha trabajado con directores de fama mundial como el ruso Andrej Tarkovskij, Bo Widerberg y muchos otros. Una de las producciones en las que fue protagonista, Raskens, fue vista por 5 millones de suecos, muchos de los cuales se aprendían de memoria las réplicas de Wollter. 

Un detalle que afea esa carrera rutilante del actor es que Wollter además es comunista, miembro de la Asociación Sueco-Cubana y gran amigo de Nicaragua y de todos los países del ALBA - algo que él jamás ha ocultado, cosas que le han valido que ciertas vacas sagradas de la cultura sueca, como Ingmar Bergman, se cuidasen mucho de emplearlo en sus proyectos a pesar de los méritos de Wollter.

Pues resulta que el actor cometió el pecado capital de comentar en voz alta la propuesta del mandatario sueco Fredrik Reinfeldt de aumentar la edad de la jubilación de 65 a 75 años - lo que casi es como pretender matar a los jubilados antes de que lleguen a serlo.

Al respecto, Wollter dijo:

"¿Es que acaso podrá haber algo más desalmado que la propuesta de subir la edad de jubilación diez años? Es algo que me enfurece tanto que me deja un regusto a sangre en la boca. Cuando por fin, uno que ha trabajado toda la vida, tiene la oportunidad de una vida nueva, eso se lo roban a uno porque que los que tienen la plata no quieren poner un peso mientras que los jóvenes tienen que esperar una eternidad por una oportunidad laboral.

Sólo tenemos una vida, un ratito nada más sobre la tierra, y entonces tienen que venir unos tontos canallitas y tratar de robarnos lo más importante que nos queda cuando llega el otoño. Nuestro tiempo. Nuestro valioso tiempo en la libertad de la vejez. Claro, ese es el estilo de las viejas tradiciones que vienen de ese lado."

/... /

"El Día del Amor y la Amistad me parece una burla cuando pienso en todos aquellos que tienen un corazón de piedra en nuestra patria cada vez más endurecida. Los corazones azucarados de gelatina [ que los suecos acostumbrar regalar en San Valentín] tal vez sepan bien, pero lo mejor que se podría hacer con esos corazones es lanzar mil toneladas de ellos sobre los que tienen el poder. 

Ya es hora de que los que no tienen corazón prueben los corazones del pueblo. Gracias por haber aguantado a este jubilado cascarrabias. Yo no me puedo quejar, gano más de 17 mil coronas de jubilación."

Esas palabras de Wollter no caben, desgraciadamente, en la tierra de la libertad de expresión. La explicación de los directivos del canal es verdaderamente vergonzosa: "Si Sven Wollter no hubiese sido el director del programa sino un simple cronista podía haber opinado sobre este tema, pero como es director, entonces se le aplica la exigencia de imparcialidad", dijo el ejecutivo Dan Granlund al dirario Aftonbladet.

La hipocresía del argumento es más que evidente: Wollter no es ni jamás ha sido periodista, y la emisora cotidianamente emite programas en los que los directores se permiten ventilar opiniones, sólo que se trata de las opiniones correctas, como por ejemplo que la OTAN debe invadir y/o bombardear Libia, Siria o cualquier otro país "de moda", etcétera.

En fin, cuidado con la libertad de expresión que promueve gente como Doña Vilma Núñez. Si en Suecia, los que detentan esa libertad quieren subir la edad de jubilación 10 años, imaginémonos cómo podría ser en Nicaragua.

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